Previamente diremos que la inflación entre el 1 de enero de 2006 y la misma fecha de 2012 fue del 29.27 por ciento. Todos sabemos que los salarios mínimos y los de los servidores públicos prácticamente aumentan en la misma proporción que la inflación.
Sin embargo, el presupuesto de Jalisco -desde 2006 y hasta 2012- aumentó más del doble que la inflación: 66 por ciento. Esto ha sido así en parte por los altos precios del petróleo que han permitido un prolongado oasis fiscal y también porque se viene contratando más deuda que hace seis años.
Llama la atención que si la inflación ha sido del 30 por ciento y el crecimiento presupuestal del 66 por ciento, al mismo tiempo existan rubros que en estos seis años hayan crecido muy por encima de esos porcentajes.
Iniciemos con el Poder Judicial, que en estos seis años ha incrementado su presupuesto en 71 por ciento: más del doble que la inflación y ligeramente por arriba del incremento presupuestal del Estado de Jalisco. El aumento en las participaciones y aportaciones a los municipios (82 por ciento) ha sido casi en la misma proporción que el presupuesto de los organismos autónomos (83 por ciento).
La ampliación en el presupuesto de los organismos autónomos (Instituto de Transparencia, Comisión de Derechos Humanos e Instituto Electoral) se debe en gran parte al exagerado crecimiento que ha tenido el financiamiento a los partidos políticos, cargado a la partida del Instituto Electoral.
Donde las cifras empiezan a parecer inverosímiles es cuando llegamos al Poder Legislativo. El presupuesto del Congreso ha crecido 137 por ciento: cuatro veces por encima de la inflación y más del doble del presupuesto estatal. Esto es sin considerar que ni así les alcanza, y que ese Poder tiene deudas que equivalen al total del presupuesto anual que tenían en 2006.
Si el crecimiento presupuestal del Poder Legislativo le parece exagerado, prepárese para conocer el aumento presupuestal anual por conceptos de intereses de la deuda pública del Poder Ejecutivo: ¡209 por ciento! Ahí no para el escándalo, ya que el rubro de Transferencias, Subsidios y Subvenciones (TSyS), que se ubica en el gasto corriente ha crecido ¡mil 505 por ciento!
El gasto corriente (nómina, materiales y servicios) del Gobierno de Jalisco hoy es 166 por ciento mayor que en 2006, dato que contrasta con la disminución en la inversión pública: hoy se gasta 57 por ciento menos en este rubro.
Urge un diagnóstico sobre tan extraño comportamiento presupuestal. Algunos rubros, como el 1,505 por ciento de aumento en las Transferencias, Subsidios y Subvenciones (TSyS), pudieran ser verdaderos hoyos negros presupuestales que deben aclararse. Escapa a toda lógica que Ramírez Acuña en 2006 haya gastado 1,325 millones en este rubro, mientras que Emilio González en 2012 erogue 21,284 millones.
Parecería broma del Día de los Inocentes siquiera pensar en que la Administración saliente explique las razones de semejantes cambios en la presupuestación y gasto. Toca a los académicos e investigadores, pero sobre todo a la nueva Administración, hacer un trabajo profesional que despeje las dudas que deja el muy peculiar estilo de gastar de Emilio González Márquez.
La historia no debe repetirse; necesitamos números y explicaciones coherentes sobre el presupuesto. No queremos ni necesitamos otro merolico haciendo performances sobre transparencia y rendición de cuentas.
También es necesario que de manera clara se establezca una veda presupuestal para aquellos rubros que reportan salvajes incrementos y que nos digan en qué proporción se piensa reducir el gasto corriente y aumentar la inversión pública. Y que además esas proporciones sean en sentido opuesto a lo que hizo el Gobierno que está aún a dos meses de irse.
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