El Banquete del Hambre fue el marco que sirvió al Gobernador de Jalisco para pronunciar un singular mensaje. Osciló entre la técnica del prior que arenga a sus fieles en programas televisivos pagados por asociaciones religiosas, y la técnica de Polo Polo. Lo que más ha llamado la atención de sus palabras no ha sido el contenido del mensaje, sino la utilización de una serie sistematizada de expresiones pintorescas que llegaron a su clímax cuando se refirió a quienes disienten de su singular y reiterada práctica de entregar recursos públicos a entidades privadas.
Sin embargo, el mensaje (no sé si llegue a discurso) ofrece pasajes y expresiones extraordinarias que merecen ser recreados. El Gobernador manifestó su preocupación por quienes no tienen para comer; hasta ahí bien. Manifestó preocupación por la angustia de los padres que no tienen para dar de comer a sus hijos; hasta ahí bien. Pero a sus ojos esta preocupación es mayor que la que él siente por el hambre de esos niños, porque según dijo: "los niños con una galleta de animalitos tienen". Sin necesidad de contener palabras altisonantes, esta es una expresión desafortunada y preocupante si en verdad está convencido de lo que dijo.
Después, para referirse a los lugares donde seguramente pensamos que hay hambre, se refirió a la "Guínea Ecuatoriana" (sic). Lo que sí existe es la Guinea Ecuatorial. Inmediatamente después vino el primer desliz. Recalcando su preocupación porque la gente tenga para comer, dijo: "después de comer, que le vayan a las Chivas o al Atlas ¡me vale madre!", y lanzó esta expresión con tono enjundioso para darle peso. Se refirió en más de una ocasión a que el tema del hambre es un tema serio.
Para afirmar que es un tema serio habría ayudado más un tono solemne que esta mezcla con aficiones al futbol o con el "me vale madre". Preocupante la falta de armonía entre la esencia del mensaje y la forma de expresarlo.
También dijo: "que voten por el PAN o por el PRI no me interesa". Resultaría creíble para el director del Banquete del Hambre, pero hay razonables dudas para creerlo si lo expresa alguien que fue presidente estatal de un partido y que realizó una intensa campaña a favor del mismo para asumir diversos cargos públicos. En la última de sus campañas habría dicho con el mismo tono de prior televisivo: "por el amor de Dios, que no gane el PRI". Entonces no resulta creíble que no le interese.
Mientras el contenido de los párrafos se repetía una y otra vez, manufacturó un speech reiterativo. Hablaba como si el auditorio no supiera que el problema del hambre existe en Jalisco y él estuviera revelando el hallazgo: "900 mil jaliscienses no tienen para comer, para tragar... ¿qué comieron tus hijos? Me cai que comieron bien". Exceso de expresiones para reafirmarse en un tema que no lo requiere.
Luego vendría el prólogo del clímax. "Lo que algunos poquitos dicen ¡me vale madre!". Ahora con más enjundia. Sin tomar en cuenta la coloquial expresión, habla de poquitos, mientras que las encuestas dicen que representan casi la misma proporción quienes están con posiciones encontradas respecto a las acciones que se le han cuestionado recientemente. Ahora que, en el contexto del caló utilizado, puede ser que no se refería a cantidad, sino a la calidad de las personas; se les llama "poquitos" a los que son poca cosa. Preocupante en ambos casos.
Lo cierto es que en cantidad no está en lo correcto. Incluso si sustituimos el "me vale madre" por el "no me importa" o "me tiene sin cuidado", no deja de ser preocupante. Denota un desprecio e intolerancia por los que disienten. Utilizando esos mismos términos, la democracia sin valores no sirve, en otras palabras: Vale Madre.
"Yo sé lo que se tiene que hacer en Jalisco". Traducción: los que opinan diferente a él no saben. Suponiendo que él sepa, eso no lo releva de que los temas sean discutidos y que nos deba convencer de la pertinencia de sus acciones. La discusión de los asuntos públicos debe ser oportuna para que sirva de algo. Rendir cuentas implica la obligación de que los gobernantes y funcionarios informen (oportunamente) y justifiquen sus actos en público. Preocupante es que lejos de discutir y justificar se pretenda imponer y soslayar... no digamos ofender.
Después vino el clímax. El "pinche papelito"; el funcionario que es llamado "cabrón"; el "chingado"; el "me cai" nuevamente; la solicitud de absolución a priori y fast-track; la presunción de estar haciendo "un buen desmadre" con la máxima autoridad de los católicos. Al mostrar "el pinche papel" al público, lo supuso tan ignorante que les tuvo que decir: "éste es un cheque", y hasta los números del documento fueron aderezados: "el 419240 cabrón" (ese es el número -un nuevo número).
Pensemos por un momento el grado de devoción que se presume (lo que ya es preocupante), armonizado con la ráfaga de improperios expresados enfrente de una figura representativa para la organización huésped.
Y luego dijo "la gente votó por mí... me vale madre si a algunos periódicos no les gusta... en este votar por mí, tiene que ver el compromiso que yo he asumido... digan lo que quieran, chinguen a su madre, yo estoy aquí para cumplir con mi conciencia... el dinero del pueblo me ha sido confiado... no es donativo, no es macrolimosna ¡No mamen!.. Qué mamada esos consejos". Cerró con una disculpa para los castos oídos que se hayan sentido ofendidos, y diciendo que el tema del hambre es un tema serio.
Las disculpas del día siguiente no eran noticia, ya las había ofrecido. Lo preocupante no es la forma de expresarse, sino la ponderación de unos compromisos y el incumplimiento flagrante de otros: el de informar y justificar oportunamente los actos, el que se tiene con el respeto y la tolerancia. Eso es lo que merece cumplimiento, y ya si quiere, también una disculpa. ¡Qué papelazo!
rogelio_campos@yahoo.com