viernes, 26 de octubre de 2012

Puro teatro

El pasado miércoles, Emilio González presentó en la Ciudad de México el estudio "Jalisco Más Allá de las drogas". Ahí declaró sobre la inseguridad en la entidad y lo hizo muy a su estilo: torciendo las cifras y con expresiones poco afortunadas.

González Márquez dijo que en Jalisco se perpetran un promedio de tres homicidios dolosos al día, como también ocurre en el Distrito Federal, pero en su consideración la diferencia es que en la capital este delito se comete sin la "espectacularidad y puesta en escena" con la que se lleva a cabo en Jalisco (La Jornada, 25/10/12).

Para reforzar su argumento, el Gobernador expresó: "No somos de los Estados más violentos, cuando checas la cifra, estamos en el lugar 14 de homicidios dolosos; sin embargo, pues sí se han llevado a cabo algunos performance por parte de los grupos delictivos que los hacen notorios, esa es la realidad, por eso a nosotros nos gusta estar más en la objetividad de los números y de los informes que sólo de la percepción, sin dejar de reconocer que la percepción es importante".

Pero resulta que así no es la realidad. Según las cifras más recientes del INEGI(http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Boletines/Boletin/Comunicados/Especiales/2012/agosto/comunica29.pdf), en el 2011, en el DF se contabilizaron mil 101 homicidios, mientras que en Jalisco hubo 38 por ciento más: mil 524. Efectivamente, allá se cometieron 3.01 homicidios por día, mientras que aquí fueron 4.17. Al parecer, aquí no importa o tratamos de esconder un poco más de un muerto por día.

La realidad tampoco nos ubica en el lugar 14 de homicidios, porque somos el sexto lugar en números absolutos. Tampoco se sostiene el argumento del Mandatario: "teniendo casi ya la misma población (7 millones 350 mil habitantes) que el Distrito Federal (con 8 millones 851 mil personas) tenemos el mismo número de homicidios dolosos": la tasa de homicidios en Jalisco es de 20.7 por cada 100 mil habitantes, mientras que en el DF es de 12.4.

El gusto del Gobernador por "estar más en la objetividad de los números y de los informes que sólo de la percepción" es -por lo menos- un gusto extraño o de dientes para afuera, pues ignora o manipula los números a su conveniencia, y lo hace ante quienes elaboraron el estudio presentado: investigadores que tienen como norma el rigor metodológico.

No es la primera vez que el Gobernador recurre al truco de inventar cifras de muertos. El 5 de agosto del 2010, MURAL publicó: "Estamos mejor que en EU.- Emilio", quien entonces dijo: "En los años 2007 y 2008, los índices publicados sobre inseguridad decían que en Jalisco había 5.4 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes; en Estados Unidos el índice es de 5.6". Al igual que ahora, mintió: la tasa del 2008 en Estados Unidos era de 5.4 y la de Jalisco de 7.78.

Para el Gobernador, lo de Jalisco es un asunto de percepción, ya que "los grupos delictivos han llevado a cabo algunos performance", y el delito se comete con espectacularidad y puesta en escena.

Cuesta trabajo asimilar que un tema tan serio sea banalizado con ese grado de imprudencia, y que sea atestiguado -y prácticamente avalado- por los investigadores que acompañaron al Gobernador.

Resulta explicable -más no aconsejable- que la sociedad se acostumbre al crecimiento cuantitativo y cualitativo de la violencia, pero pareciera que los gobernantes no solamente quieren que veamos como normal lo que llega a ser dantesco y merece la condena unánime. Van más allá, y con gran desenfado lo llegan a llamar performance o puesta en escena. Habrá que averiguar qué los lleva a tener un humor tan retorcido como los números que alegremente recitan.

Hay que reservar las palabras para usarlas oportunamente. Performance o puesta en escena sí es aplicable para lo que, gustoso, ha hecho el Gobernador en múltiples ocasiones: dormir en una casa humilde, atarse las piernas y andar en silla de ruedas, hacerla de albañil, uniformarse de policía, conducir una ambulancia... o plantarse muy seguro ante los medios para torcer los números. Se entiende que esa teatralidad sí ha sido premeditada para lograr algo que, en palabras de Emilio González, es importante: generar percepción.


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