viernes, 9 de octubre de 2009

Impuestos de risa

En estos momentos se discute una microrreforma fiscal para nuestro país. La propuesta más discutida es la de cobrar un impuesto del 2 por ciento para la pobreza. Al parecer, no solamente tenemos pobreza económica en nuestro país; también hay una pobreza de ideas que nos tiene estancados en varios índices que califican la marcha de las naciones y que no generan propuestas -de verdad- para revertir esa inercia.

Resulta por demás revelador el estudio de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) titulado "La tributación directa en América Latina y los desafíos a la imposición sobre la Renta". México recaudaba en 1980 el 11.9 por ciento del PIB, y para 2005 tuvo una variación mínima: 11.8 por ciento.

En estos datos encontramos la explicación a nuestro estancamiento, a la no generación de empleos y a que el Foro Económico Mundial nos ubique -en 2009- en el lugar 60 de competitividad.

En el periodo estudiado, 1980-2005, Brasil incrementó su recaudación del 22.7 al 33.4 por ciento. Ahí está la razón del crecimiento brasileño. El incremento en la recaudación brasileña ha sido un pistón que les permitirá organizar -por primera vez en América del Sur- unos Juegos Olímpicos e insertarse en las cinco nuevas potencias económicas del Siglo 21 -en las que no se encuentra México-.

Argentina, en ese mismo periodo, aumentó su recaudación del 19 al 27 por ciento. Uruguay pasó del 20 al 26. Prácticamente todos los países de la región aumentaron el porcentaje de lo recaudado y, de 19 países estudiados, solamente Haití recaudaba, en 2005, menos que nosotros.

En cuatro años las cosas no han cambiado. En 2009, México sigue figurando -según la Cepal- entre los cinco países latinoamericanos con menores ingresos fiscales en relación a su PIB, con apenas un 12 por ciento. Estamos en el lugar 14, muy lejos de los primeros 13: Brasil (39 por ciento), Bolivia y Argentina (32 por ciento), Colombia (31 por ciento), Venezuela (29 por ciento), Chile (27 por ciento), Costa Rica, Nicaragua y Uruguay (26 por ciento), Panamá (24 por ciento), Ecuador (23 por ciento), Perú y Honduras (21 por ciento).

Estamos en el club de los sotaneros con Guatemala, El Salvador (al que seguro le ganaremos el sábado en el Azteca), República Dominicana y Paraguay.El promedio de la recaudación en la región es del 18 por ciento, mientras que en la Unión Americana es del 28, y en la Unión Europea casi alcanza el 40 por ciento.

Por eso es importante que el Gobierno nos diga en qué medida va a repercutir el famoso impuesto para la pobreza. ¿A qué porcentaje de recaudación vamos a llegar con el pretendido cobro? Algunos expertos pronostican que lo aumentaría en 2 por ciento, esto es, llegaríamos al 14... todavía muy lejos del -ya de por sí pobre- promedio regional. No necesitamos dos puntos porcentuales más, necesitamos 20 para llegar al 32 por ciento y ponernos al nivel de los líderes de la región.

El estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que nos ubica en el lugar 53 del Índice de Desarrollo Humano también refiere que somos líderes en desigualdad. De los 38 países con desarrollo humano muy alto, todos tienen menores niveles de desigualdad que México. En el grupo en que nos encontramos -desarrollo humano alto- 22 países tienen menor desigualdad.

Urge lograr una recaudación que revierta la caída en tobogán de México; recaudar más, que no es lo mismo que cobrar más impuestos. Se trata de recaudar -cobrar- a los que llevan décadas sin hacerlo.

La mentira repetida mil veces se ha convertido en la verdad que sostiene que es la economía informal la causante de la baja recaudación, e inmediatamente se visualiza la informalidad con los tianguistas y con agentes económicos menores. Pero es muy extraño que Brasil tenga un porcentaje mayor (60 por ciento) al de México (55 por ciento) de informalidad y su recaudación sea poco más de tres veces mayor a la de nosotros.

Si somos líderes en desigualdad y hasta tenemos que inventar un impuesto para la pobreza, es señal de que la riqueza está concentrada en pocas manos... ahí están, no dos puntos, dos decenas de puntos porcentuales que durante décadas no se han cobrado.