El pasado miércoles, el representante regional de la ONU contra el Delito y las Drogas, Antonio Mazzitelli, advirtió que la violencia en México "está destinada a seguir por algún tiempo, no se sabe cuánto, pero va a permanecer".
Mazziteli dijo lo que a los mexicanos ya nos habían advertido, ya que el Presidente Calderón ha dicho en varias ocasiones que la "guerra" va a durar muchos años y que costaría mucho dinero y muchas vidas.
Sin embargo, para la sociedad, una cosa era escuchar estas advertencias en el 2007, cuando había 8 mil 500 homicidios al año, y otra cosa es entenderlo cuando el número de homicidios -atribuidos al crimen organizado- superó durante el 2010 la cifra de 15 mil (se estima que la cifra total ese año esté por encima de los 20 mil).
Una cosa es escuchar las advertencias presidenciales (en el 2007), cuando se empezaban a enviar contingentes de miles de efectivos a diversas entidades, y otra muy diferente es oír la misma cantaleta cuatro años después, cuando la percepción es que los operativos no han impactado en la disminución de la violencia.
No es lo mismo apoyar una "guerra" contra los "malos" que ver -en los hechos- cómo han caído inocentes, niños, periodistas y activistas, y sorprendernos al observar cómo la autoridad los ha querido minimizar y hasta criminalizar.
Por eso las encuestas empiezan a reflejar una falta de apoyo en esta "guerra" y una población que se siente insegura. No es lo mismo sentir que en cualquier momento uno de los nuestros puede convertirse en un "daño colateral".
Un ejemplo claro de esta sensación, lo tenemos en el diputado panista y empresario jalisciense Abraham González Uyeda, que ayer declaró que "la violencia no es sólo entre malos". Y es que ya no está surtiendo efecto el argumento facilón expresado por primera vez por el Presidente Zedillo, cuando se refirió a "un grupo de malosos", y retomado por Calderón al describir a "una bola de maleantes que son una ridícula minoría". Lo que la población está sintiendo son los efectos de esta guerra y también percibe una falta de capacidad y de consistencia de las autoridades.
El miércoles pasado, el Presidente Calderón hasta negó haber acuñado el término "guerra", cuando todos los registros hemerográficos y la propia página Web de la Presidencia dan cuenta de que sí, que él acuñó -o eligió- este término. Lo peor es que el Presidente lo negó ante una intervención de un representante ciudadano en los "Diálogos por la Seguridad". Calderón atajó, rompiendo el orden de oradores registrado con antelación, al director del Consejo Cívico e Institucional de Nuevo León. Peor, imposible.
En Jalisco teníamos en el 2007 una tasa anual de homicidios de 6.20 y en 2010 la tasa podría llegar -conservadoramente- a 14. El inicio del 2011 -desgraciadamente- pinta para empeorar. Con esas cifras estaríamos recibiendo a los invitados a la fiesta panamericana del deporte.
Hasta los que en el 2009 decían que la percepción de inseguridad se debía a los medios, puesto que los homicidios habían venido a la baja de 1990 al 2007, tuvieron que rectificar: sacaron las cifras del 2008 y del 2009, y no les quedó más que documentar el incremento brutal de homicidios en México.
Los homicidios se han multiplicado, y en ese sentido, Calderón ha cumplido su promesa de que esta guerra costaría muchas vidas. Al mismo tiempo, su promesa de ser "El Presidente del Empleo" y crear un millón de empleos por año se ha diluido. Del 2007 al 2010 se han creado poco más de un millón de empleos... ¡pero en los cuatro años!, apenas 270 mil por año.
P.S. El 31 de diciembre refuté las cifras de Ernesto Espinoza Guarro, Secretario del Trabajo de Jalisco, quien dijo que en el 2010 se habían creado 70 mil empleos. Señalé que la cifra final -si éramos optimistas- rondaría los 55 mil... el IMSS ha publicado el corte final: se crearon 54 mil 079 empleos.
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