viernes, 22 de abril de 2011

Hallazgos macabros

La violencia en México se manifiesta de diversas formas. A fuerza de repetición, parece que ya nos acostumbramos a las ejecuciones, decapitados, granadazos, narcobloqueos, masacres masivas y daños colaterales. Cuando pensamos que ya lo hemos visto todo, surge algo peor.

El pasado martes, MURAL publicó: "Saturan sexenio 156 fosas". En lo que va del sexenio se han encontrado 647 cadáveres en 156 fosas clandestinas. A la cifra publicada el martes hay que agregar, por lo menos, 32 cuerpos encontrados apenas ayer (dos en Jalisco). 679... y -lamentablemente- contando.

¿Cuántas fosas y cuántos cadáveres todavía no son encontrados? Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (MURAL, 20/04/2011), desde el año 2006 hay 5 mil 397 personas desaparecidas en México.

Resulta lógico pensar que los ejecutores de las personas cuyos cuerpos han sido encontrados en fosas clandestinas tenían interés en que los cadáveres no fueran encontrados. Lo totalmente ilógico es que las desapariciones no ocupen un lugar preponderante en la agenda gubernamental. Pareciera que el Gobierno tiene especial interés en que el tema de las desapariciones continúe enterrado. Los desaparecidos también lo están de los discursos y las acciones oficiales.

En marzo de este año un grupo de trabajo de la ONU inició una misión especial en nuestro País para conocer sobre desapariciones registradas en el marco de la "guerra sucia" y el combate al crimen organizado (MURAL, 18/03/2011).

El grupo hizo algunas recomendaciones (MURAL, 1/04/2011): generar datos estadísticos, establecer un programa nacional de búsqueda de personas, incluir el delito de desaparición forzada en todos los código penales locales, considerar el retiro en el corto plazo de los militares en tareas de seguridad, eliminar el arraigo, continuar las investigaciones de la "guerra sucia" y elaborar políticas de reparación de daño. Ante estas recomendaciones, la respuesta del Gobierno federal fue... silencio.

El Gobierno estaría siendo responsable -por lo menos por omisión- de estas desapariciones. Y que no salgan con que hablar de estos temas es hablar mal de México. Lo que habla pésimo de nuestro País es que alguien pueda desaparecer y que no exista la capacidad para encontrarlo o para garantizar su seguridad o su vida.

El hallazgo de tantas fosas y cuerpos es verdaderamente escandaloso y escalofriante. Tampoco aplica eso de que "hay que darle la justa dimensión a las noticias", como diría el Gobernador de Jalisco, que quisiera, como otros actores políticos, empresariales e intelectuales, que este tipo de notas se fueran a la sección de nota roja.

No son hechos que encuentren su lugar en la nota roja, porque estamos frente a la violación grave de derechos humanos y a la incapacidad manifiesta de las autoridades, y eso no corresponde a la nota roja.

El grupo de trabajo de la ONU cuestionó que la "Plataforma México" no se utilice para ubicar a las personas desaparecidas. "Plataforma México" es un sistema de interconexión que -supuestamente- concentra la información de delitos de Municipios, Estados y Federación. Ese sistema fue anunciado con bombo y platillo por el Gobierno federal (MURAL, 23/01/2007). La respuesta del Gobierno al cuestionamiento de la ONU nuevamente fue... silencio (MURAL, 20/04/2011).

Más que absurdo, es criminal el silencio del Gobierno respecto a este grave asunto. No se puede esperar a que, por razones del azar, aparezca la próxima fosa. El Gobierno debe dejar su pasividad y asumir una serie de acciones para encontrar las fosas como resultado de la investigación y la búsqueda. Sí se puede, se hizo en Argentina, Chile, Colombia, Perú, Ruanda, Congo, Chipre, Yugoslavia y Guatemala (MURAL, 20/04/2011).

El asunto es más que delicado, grave. Requiere, en primer lugar, que el Gobierno federal se despoje de la soberbia y la cerrazón y escuche las recomendaciones de la ONU y otros organismos internacionales. Es tiempo -ahora más que nunca- de reclamar una digna sepultura para los desaparecidos.

Los desaparecidos deben dejar de serlo, y para que eso suceda, deben dejar de tener ese olvidado carácter en los discursos gubernamentales y presidenciales.

rogelio_campos@yahoo.com