sábado, 20 de diciembre de 2008

¿Administrar o enfrentar?

México es uno de los países de la región que registra mayor nivel de desigualdad -brecha entre los más ricos y los más pobres-, medido por el Índice de Gini

Sin duda, la de ayer es una de las declaraciones más atinadas de todas las que ha expresado el Presidente de la República. Al referirse al combate a la delincuencia, Calderón dijo: "el haber ignorado o pretendido administrar la delincuencia, en lugar de enfrentarla con determinación en el pasado, trajo consecuencias funestas para México".

Independientemente del sutil golpe que asestó a su antecesor, Calderón puso el dedo en la llaga. Sus palabras son un referente obligado para abordar la situación del País, no solamente la relacionada con el tema de seguridad.

Por ejemplo, analicemos bajo la óptica discursiva presidencial los temas de la pobreza y la desigualdad, y tratemos de responder a la interrogante ¿en México se ignora, se administra o se enfrenta la pobreza y la desigualdad? México es uno de los países de la región que registra mayor nivel de desigualdad -brecha entre los más ricos y los más pobres-, medido por el Índice de Gini. En ese mismo sentido abona el dato del Banco Mundial que refiere que México se ubica en el lugar 70 respecto al ingreso per cápita. Para no dejar lugar a dudas, la misma fuente reporta que nuestro país tiene el lugar 80 -empatado con Botswana- en cuanto a capacidad adquisitiva.

La respuesta a la pregunta difícilmente puede apuntar a que en México se enfrenta o se combate la pobreza y la desigualdad. La administración de estos temas con programas sociales de mediano impacto también resulta funesta para México.

El mismo caso aplica para el Índice de Libertad Económica que mide la Heritage Foundation, donde nuestro país se ubica en el lugar 60, o en el caso de la competitividad que nos ubica -el Foro Económico Mundial- más o menos en la misma posición.

Definitivamente no se puede enfrentar o combatir esta problemática con una recaudación fiscal como la que reporta México, ridícula cuando la comparamos con otros países. México ronda el 12 por ciento de recaudación con relación al PIB; el dato contrasta frente a lo que reportan Brasil, Argentina y Chile, que se ubican en la franja del 20 por ciento, ni hablar de la Unión Americana y Canadá, que casi alcanzan el 30 por ciento, o de la Unión Europea, que supera a los países de América del Norte.

Nuevamente la pregunta resulta obligada: ¿se ignora, administra, enfrenta o combate la evasión fiscal en México? Las evidencias no podrían engañar sino a los que se quieren dejar llevar por los cuentos de que la causa de la evasión o defraudación pasan por la economía informal, lo cual sataniza en la mayoría de los casos a pequeños o medianos comerciantes. Si los datos duros demuestran que tenemos un país desigual, con una concentración de la riqueza que no reportan los países ricos, la conclusión es contundente: la evasión fuerte se ubica en donde se concentra el grueso de la riqueza.

Si el problema de la evasión se administra, y en otros casos de plano se ignora, no hay forma de enfrentar y combatir los problemas sociales con la única herramienta que se puede hacer eficazmente: el gasto público. Lo único que queda es administrarla con prácticas disfrazadas de filantropía, con publicidad que, en éste como en otros casos, vende gato por liebre y trata de hacer ver los micro o pequeños ajustes como las grandes y esperadas reformas.

John Womack, historiador y estudioso de México, de la Universidad de Harvard, dijo en noviembre del 2006 que "el próximo presidente llega a Los Pinos en una condición de debilidad política, por lo que si no da golpes de timón o no desafía muchos intereses, como los de los banqueros, fracasará.... si mantiene esta conducta no va a ganar nada.... lo que hace falta es apostarle a un gran golpe de timón al interior de su propio grupo, los panistas, y ponerse a la cabeza de un proceso que conduzca a reformas políticas y a un pacto social".

Las palabras de Womack se funden con las expresadas ayer por Calderón: "el haber ignorado o pretendido administrar la delincuencia, en lugar de enfrentarla con determinación en el pasado, trajo consecuencias funestas para México". Todo es cuestión de agregar, además de la delincuencia, los grandes y graves problemas que enfrenta nuestro País: pobreza, desigualdad, falta de competitividad, libertad económica, inversión en la ciencia y la cultura, evasión fiscal.

Palabras sabias las de Womack y las del Presidente. La mala noticia es que llevamos -de este sexenio- dos años ignorando o administrando los problemas. La buena es que quedan cuatro años y todavía se puede hacer algo, aunque parece difícil que Calderón asuma el reto de Womack... pero es tiempo de nuevos deseos y esperanza. Ojalá.

rogelio_campos@yahoo.com