Los conductores presentaron un automóvil diseñado y fabricado por mexicanos: el Mastretta. Al hacerlo, dijeron que reflejaría nuestras características: holgazanes, obesos, irresponsables y flatulentos; recargados en una cerca, dormidos en un cactus, vistiendo un sarape; dijeron que sería maravilloso ser mexicanos porque podrían estar dormidos todo el día y que el Embajador de México no se iba a quejar porque también estaría dormido.
El Embajador sí se quejó. No fue en lo único que se equivocaron. Tan se equivocaron que la BBC ya se disculpó, pero el episodio debe ser útil, más allá de lo anecdótico.
MURAL publicó (21/01/10): "Acusa senador panista de flojos a campesinos". Eduardo Nava Bolaños dijo que la situación del campo no es culpa del Gobierno federal, que es atribuible a que los campesinos son flojos y que nada más andan de chismosos por sus pueblos.
¿Por qué las declaraciones de este senador no causaron la mínima indignación que sí provocaron los comentarios en Top Gear? Parece que el insulto y la estigmatización sí podemos ejercitarlos entre nosotros, pero que no estamos dispuestos a que alguien de fuera lo haga.
Los mexicanos -incluidos los campesinos- no somos flojos. Muchos mexicanos son muy trabajadores; tan es así que millones pasan la frontera para partirse el lomo, sobrevivir, mandar remesas y hasta recursos para obras comunitarias. Es el mismo caso de millones de mexicanos que se emplean en la industria de la construcción y en el trabajo doméstico: dejan sus comunidades para ir a trabajar a otra parte de México.
Los mexicanos nos damos vuelo estigmatizando a diestra y siniestra a nuestros hermanos indígenas, a los "braceros", etcétera. Nos referimos despectivamente al personal de servicio doméstico, acusamos que los pobres lo son porque son flojos, asociamos a los nativos de algunos estados -como Sinaloa- con actividades ilícitas y a los estudiantes de ciertas universidades con el consumo de drogas (como el caso del twitter publicado ayer por MURAL). Los foros de las noticias relacionadas con el narcotráfico de inmediato se saturan con comentarios que acusan a los delincuentes de ser gente de otros lugares.
Nos rasgamos las vestiduras frente a los dichos de Top Gear, pero nuestra hipocresía es descomunal. Empresarios destacados, como Lorenzo Zambrano, llaman cobardes a los empresarios y mexicanos que "huyen" de México por el problema de inseguridad.
Nosotros sí podemos estigmatizar a otras razas, naciones y géneros. Basta recordar a Fox con "los viles chinos", "los trabajos que ni los negros quieren hacer" y las "lavadoras de dos patas". Aquí sí se puede llamar opositodos o agitadores a los que disienten y hasta se les puede mentar la madre. La diferencia, con Top Gear, es que ellos lo hicieron con un propósito humorístico y nuestros gobernantes lo dicen muy "en serio".
Juanito, en México 70 y Pique, en 86, portaban enormes sombreros, iguales a los que llevan nuestros paisanos a los estadios de futbol del mundo (sarape incluido), otros llevan penachos; ofertamos artesanías con el rancherito dormido en el cactus, ensombrerado, con sarape, y nos quejamos del estigma. Somos líderes mundiales en obesidad, y no queremos que nos digan gordos. Somos uno de los países con mayor consumo de alcohol, y nos vamos a ofender cuando nos digan borrachos.
Tenemos un pésimo lugar en el Índice de Competitividad, y nos extrañamos si nos llaman flojos. Figuramos en el Índice de Corrupción, y no queremos que nos digan transas (como ya lo hizo la serie South Park). Estamos situados en lugares dramáticos en los Índices de Paz, de Estados Fallidos, de Desarrollo Humano, de Desigualdad, de Discriminación de Género, y nos asustamos si nos llaman país bananero.
Sí, hicieron mal los de Top Gear, pero es tiempo de despojarnos de la hipocresía y el fariseísmo. Debemos ser autocríticos y congruentes.
P.S. Gracias a Top Gear por permitirnos conocer "el Mastretta". Nuestro gran orgullo por lo nuestro no nos había alcanzado, hasta ahora, para darle semejante difusión.