No hay nada como leer el periódico con una taza de café. Para muchos es un ritual cotidiano. Una taza de café, o de té, también es el catalizador perfecto para una charla en la que se comparten vivencias, se inicia o se estrecha la amistad, o se dirimen diferencias.
No son pocas las empresas e instituciones que regalan tazas con su logotipo. Es un vehículo por el que su imagen llega al escritorio o a la mesa de miles de personas. Ni qué decir de las que son un souvenir de lugares que un día visitamos.
Beber en una taza, con un motivo o un distintivo que apreciamos, puede aumentar nuestro placer por el café o la infusión. Sin embargo, nunca pensé que una taza podría representar un riesgo o ser peligrosa. Debo agradecer al Gobierno federal el haberme percatado recientemente del grave riesgo que corre nuestra nación. Al parecer, estamos amenazados por la importación de tazas de cerámica.
Todo empezó cuando decidí comprar por Internet. Adquirí, entre otras cosas, un par de tazas de cerámica con el logotipo del FC Barcelona y la leyenda alusiva a que ese portentoso equipo de futbol recién ganó la Liga de Campeones de Europa. Las tazas se ofertan en un sitio oficial y por tanto son auténticas.
El paquete tardó dos días en ser transportado de Europa a México. Al llegar a Guadalajara, fui informado de que no me podía ser entregado porque contenía ¡dos tazas de cerámica!, y que tenía dos opciones.
La primera opción consistía en presentar un Aviso Sanitario (¿?), mismo que se debe solicitar en la Secretaría de Salud. Una vez que obtuviera el aviso, debería mandarlo a la empresa de paquetería y entonces podrían liberar el paquete.
La segunda opción consistía en "desistir" sobre las tazas y entonces podrían "liberar" el resto del paquete. Opté por la segunda opción y "abandoné" las peligrosas tazas. No vaya a ser.
Nuestras fallidas aduanas son una coladera por donde pasa de todo: químicos para fabricar drogas; armas de todo tipo; artículos de contrabando que ponen en riesgo la industria textil, del vestido, del juguete, del calzado, entre otras, y drogas -por no hacer más larga la lista-.
El Estado mexicano ha sido absolutamente incompetente para impedir el ingreso y la comercialización de los torrentes de materias y productos ilegales que inundan nuestro mercado. Quizás aquí esté una explicación del pésimo lugar que tenemos en el Índice de Estados Fallidos, pues esta semana reporta que México descendió dos puestos más. El año pasado estábamos en el lugar 82, y en 2011 en el 84.
Pero debemos estar tranquilos: seguramente las tazas de cerámica representan una amenaza mucho más grave que todo lo que sí pasa, y ahí nuestras autoridades están haciendo bien su tarea, ni qué decir.
Seguramente las tazas que se fabrican en México -y algunas seguramente se exportan- sí cumplen con los estándares exigidos y las que se importan de Europa no... ya sabemos que aquí somos más exigentes que allá. Sin duda, las tazas que se comercializan en los mercados mexicanos, que son hechas en China, sí son sometidas a un riguroso proceso de inspección, y no debemos dudar que sus fabricantes y comerciantes estén pagando regalías a los dueños de las marcas que traen impresas.
Fregados los europeos, que andan poniendo mucha atención en que no entren a su territorio armas de asalto y otras materias y productos ilegales. En eso nos llevan ventaja, pero creyéndose muy listos, están descuidando lo más grave: andan circulando impunemente peligrosas tazas de cerámica, y no se han dado cuenta de esa mayúscula amenaza.
No es lo único que debemos reconocer a nuestras autoridades aduanales -que nos cuiden de la amenaza de las tazas-, también hay que agradecerles que hagan llegar más recursos a las arcas públicas... no importando si esa recaudación es ilegal.
Por los otros artículos que adquirí, según la Ley de los Impuestos Generales de Importación y Exportación -que se encuentra contenida en ¡646 páginas!- tendría que haber pagado mil 211 pesos de impuestos. La autoridad determinó arbitrariamente que pagara más del doble: 2 mil 608 pesos, ¡el 66 por ciento de mis compras!
Eso sí, quedamos libres del peligro que representaban para el País dos tazas de cerámica del FC Barcelona... y, quiérase o no, eso es lo más importante.
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