sábado, 29 de marzo de 2008

Perro flaco (2)

Segunda y última parte

La semana pasada advertimos que los costos que pagará el PRD serán tan altos como condenables las prácticas de su elección interna. No hay excusa ni justificación, pero tampoco son prácticas exclusivas del PRD; las que han aportado otros partidos son igualmente condenables. En la primera parte analizamos las del PRI: es momento de hacerlo con otros partidos y de tratar de responder por qué el PRD pagará costos más altos.

El PRD decidió abrir a su militancia la elección de sus dirigentes. En este sentido fue a contracorriente de los otros dos partidos grandes. Mientras el PRI la cerró a sus consejeros, el PAN no tuvo elección de facto y recurrió a la vieja receta del priismo: el dedazo del Presidente. A los ojos de todos, Acción Nacional designó como su dirigente nacional a uno de los hombres más cercanos al titular del Ejecutivo, quien meses antes se desempeñaba en el Gabinete de Felipe Calderón.

No es el caso establecer que el dedazo panista sea mejor o peor que el cochinero perredista; lo cierto es que ambas prácticas distan de ser democráticas. También es cierto que el costo que pagará el PRD será más alto. Finalmente el dedazo tiene, en nuestra realidad, justificantes y justificadores, no importa si estos últimos condenaron la misma práctica antes. En México no se condena la práctica, sino al practicante.

Este precedente se sentó a contrapelo de una larga tradición "democrática" del panismo. Por años, los panistas se ufanaron de ejercer la democracia al interior de su partido, pero en lo que raras veces se profundiza es en los pormenores de sus procedimientos. En los hechos, las elecciones albiazules se asemejan más a una convención de club que a la de un partido. Lo reducido de su militancia permite contar con un padrón altamente confiable (no exento de estar inflado, según registros periodísticos) y un alto control de daños y hasta de predicción en el caso de convenciones distritales. Reducido o no, un padrón confiable les da muchas ventajas sobre los otros partidos grandes que carecen de él por no hacer la tarea y por su aspiración de ser partidos de masas.

En el caso del PAN, tener pocos militantes es algo premeditado. Está asociado con el control de la militancia y con el origen mismo del partido, que aspira deliberadamente a no ser de masas. Los partidos de masas no están in y los que pretendan serlo pagan costos mucho más altos que los partidos-club. Basta ver el caso del PVEM: ahí se elige a su dirigente nacional en la calidez del círculo familiar. En el PANAL se elige por dedazo de la dueña del partido, que a la vez ostenta la democrática figura de presidenta vitalicia del SNTE, entidad corporativa, y por tanto, poco o nada democrática.

En este contexto se explican los candados con los que se encuentra un ciudadano al tratar de afiliarse al PAN, así como la discriminación entre militantes activos y adherentes. También permite comprender las denuncias de los panistas sobre las afiliaciones masivas dirigidas o las condiciones de resguardo (como si fuera tesoro) del padrón de militantes. De ahí la importancia de las dirigencias, pues poseen "llave mágica" del cofre del padrón y de las afiliaciones masivas. El caso de la dos veces fallida convención panista de Guadalajara refleja la sofisticación que han alcanzado las prácticas chapuceras... que denuncian los panistas.

No todo es sofisticación; también la historia reciente de este partido registra prácticas fraudulentas vulgares. En la pasada elección de candidato a la Presidencia de la República, Santiago Creel y Alberto Cárdenas denunciaron fraude a favor de Felipe Calderón en Yucatán y Veracruz, entre otros Estados.

También tenemos el caso de lo que ha sido llamado en Jalisco nominocracia, práctica denunciada por los propios panistas, que consiste en presionar a los servidores públicos o a los que pretenden serlo, para apoyar a determinado precandidato. Ni hablar de la lavadocracia, que según los panistas consistiría en lavar cuentas públicas (por medio de su democrática mayoría legislativa), a cambio del apoyo de los Presidentes Municipales (cuyas cuentas públicas se aprobarían en el Congreso). Este apoyo incluiría las "libres y democráticas" voluntades de los panistas que controla el munícipe en cuestión.

Tan cochinero uno como otro, pero sin duda el PRD pagará un costo más alto. La curiosidad obliga a tratar de encontrar las razones. Aquí van varias hipótesis.

1. Los partidos de masas están out y los partidos-club están in, por lo tanto hay que privilegiar a los últimos y hacerlos pagar menos costos que a los primeros por su cochinero.

2. Vivimos en la modernidad y en ella se premia la sofisticación y el refinamiento. Nadie quiere lo premoderno: eso de quemar o robar urnas y meter boletas de más es de mal gusto, muy elemental, muy vulgar.

3. En México la izquierda es un peligro, como peligroso es proclamarse de izquierda, o simplemente proclamarse. En el PRD sus corrientes se llaman Izquierda Democrática, Izquierda Unida o Nueva Izquierda. Como la izquierda en México es chafa, entonces el costo que ha de pagar este partido no tiene que ver con la práctica, sino con el practicante. En México se privilegia el engaño y la indefinición; así, mientras que el PRI no acaba de resolver si son o no de izquierda, el PAN evade asumirse como lo que todos sabemos que son: de derecha.

Para reforzar lo anterior, veamos el caso de la pensión a los viejitos. El PAN criticó esta práctica y la tildó de populista, pero ya en el poder, la pone en marcha. Además, Gobiernos de derecha, como el de Colombia, la vienen llevando a cabo de manera más generosa que la practicada originalmente por la izquierda mexicana.

El perro flaco de moda es el PRD, y "al perro flaco se le cargan todas las pulgas".



rogelio_campos@yahoo.com