Todas las encuestas -públicas y apartidistas- registran el descenso de Josefina Vázquez Mota; es el mismo caso, en Jalisco, de Fernando Guzmán Pérez Peláez, y en Morelos, de Adrián Rivera Pérez. A pesar de que su partido ocupa los cargos a los que aspiran, los tres se encuentran en tercer lugar. Vale la pena analizar algunas posibles causas.
Josefina arrancó en segundo lugar, nueve puntos arriba de AMLO (30 vs. 21), pero dos meses después las cosas cambiaron. Ahora, el promedio de las encuestas marca una ligera ventaja del tabasqueño (25.4 vs. 24.8).
Tal parece que la contienda interna panista dejó más pérdidas que ganancias. Poco antes de su triunfo, Vázquez Mota era espiada y se quejaba de esa situación, llamaba patán a Ernesto Cordero y se regodeaba de no ser la candidata de Felipe Calderón. Por otro lado, sus correligionarios no se medían en sus ataques: Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón, la llamaba, despectivamente, "la Padierna panista", y Cordero le recriminaba sus ausencias en la Cámara de Diputados, lo que posteriormente fue retomado por Peña Nieto en el debate del 6 de mayo.
La campaña de Josefina inició plagada de errores, algunos muy llamativos y otros graves. En el día 41 (casi a la mitad) tuvo que "relanzar" su campaña, anunciando un "golpe de timón", que quedó solamente en eso: en anuncio... y en buenas intenciones. Ya había pasado la mitad de la campaña cuando Vázquez Mota seguía hablando -recurrentemente y sin que se lo preguntaran- sobre la necesidad de que el PAN estuviera unido.
En el País y en Jalisco, el PAN inició las campañas en segundo lugar. Desde antes, el electorado anunciaba con claridad su inconformidad y perfilaba un contundente voto de castigo. Poco a poco se fueron esfumando las posibilidades de alcanzar al primer lugar. De nada sirvió el truco de la famosa encuesta que colocaba a Vázquez Mota a 4 puntos de Peña Nieto.
Pero las cosas no pararon ahí. Al ver que la candidata estaba estancada vino el "golpe de timón" y sacaron del baúl del 2006 la pócima que haría entrar en razón al electorado. Pero estaba caduca y no funcionó, por lo menos no como se tenía pensado, aunque sí produjo efectos no deseados: conforme empezaron los spots contra el puntero, la candidata panista empezó a bajar, y esas preferencias se transferían a la cuenta de AMLO, sacándolo del tercer lugar.
Si bien es cierto que la abanderada panista inició en segundo lugar, las diferencias al interior del PAN la estancaron, y la puesta en marcha de la estrategia del 2006 terminó desplomándola al tercer sitio.
Algo muy similar, pero más grave, para el PAN, ha sucedido en Jalisco. Según la encuesta de MURAL, Aristóteles Sandoval (49) inició en primer lugar, mientras que Fernando Guzmán (29) estaba en segundo sitio, pero su campaña también empezó a tener múltiples problemas para despegar. El grado de los errores -que rayan en lo ridículo- ha llevado a pensar que alguien lo boicotea o lo sabotea. Aquí, como en el DF, los propios panistas, por lo menos, han dejado correr las fuertes diferencias que se viven al interior de la campaña y del partido.
Con Josefina se ha pedido la cabeza del coordinador de campaña; aquí ya lo cambiaron. Vázquez Mota es asediada por los rumores de que declinará a favor de AMLO, mientras sus escuderos salen ferozmente a desmentirlo; caso contrario a lo que sucede en Jalisco, donde el gobernador hasta parece disfrutar con los rumores de una eventual declinación de quien fuera su número dos.
En las precampañas de Josefina y de Fernando se veía publicidad, recursos y un equipo entusiasta. Apenas los ungieron candidatos, todo se esfumó. Se perdió la magia. Algunos panistas sacaron la calculadora y vieron que no era posible alcanzar al puntero, y parece que han decidido colocar sus fichas en otras casillas, negociar y preparar la purga de quienes ganaron las internas y la de sus equipos. El electorado perfiló un segundo lugar para el PAN, pero los propios panistas ya lo tienen en tercero. Vaya desplome.
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