Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer. Desde mediados del siglo 19 se hicieron varios intentos de establecer un día para reconocer los derechos de las mujeres. Son muchos los datos, pero poca la claridad acerca de la razón para haber elegido este día. Es lo de menos. En diversas latitudes de ambos lados del Atlántico, y durante poco más de un siglo, se hicieron esfuerzos en torno a la reivindicación de derechos de las mujeres muy específicos, como el de sufragar. No fue hasta 1975 que se "oficializó" el Día Internacional de la Mujer por la ONU, en el marco de la Conferencia Internacional de la Mujer, celebrada precisamente en México. Quienes rebasamos los 40 años todavía recordamos las bardas de los lotes baldíos de Guadalajara decoradas con leyendas alusivas a la Conferencia y al Año Internacional de la Mujer.
No deja de ser paradójico que se haya celebrado en México la primera conferencia de este tipo. No deja de serlo, porque hemos hecho poco para reivindicar sus derechos. Al margen de las cifras que cada año acaparan las notas que refieren la escasa participación de ellas en puestos de dirección del ámbito público y privado, hoy la discriminación se manifiesta en casos dramáticos de maltrato y muerte.
Más allá de haber sido rebasada, convendría cuestionarse si hemos tenido capacidad de asombro en materia de vulneración de derechos de las mujeres. Los feminicidios, ya sea de Ciudad Juárez, de la zona fronteriza o de nuestro Estado, no han estado presentes en la dimensión requerida en la agenda pública. La actitud sistémica de nuestra sociedad presta más atención a las versiones que tratan de desvirtuar que se trate de una ola de violencia en contra de las mujeres. La ausencia de acciones, ya no digamos de políticas públicas, caracteriza nuestra reacción frente a esta problemática. La historia se repite en los casos de violencia intrafamiliar.
Otro ejemplo que refleja el nulo interés que le prestamos a los derechos de las mujeres se manifiesta en la problemática sanitaria del cáncer de mama. En México, esta enfermedad es la segunda causa de muerte en la población femenina. El esfuerzo que hacen algunas organizaciones privadas no es suficiente para atender este mal y, lejos de abatirlo, los hallazgos se presentan en mujeres más jóvenes, rompiendo el paradigma de que es una enfermedad que suele suceder después de los 40.
El entusiasmo y voluntarismo de las integrantes de las asociaciones que se dedican a solidarizarse con quienes lo padecen es tan encomiable como insuficiente. Mujeres que han padecido el mal y que se han sobrepuesto comparten sus experiencias, piden dinero para ayudar a quienes se encuentran en la profundidad de la enfermedad. La respuesta de las autoridades es menos que tibia: todo pretenden reducirlo a la autoexploración. Lo que no dicen es que cuando la autoexploración detecta una "bolita", lo único que queda es resignarse a que sea benigna, porque de lo contrario, generalmente ya es demasiado tarde.
El trabajo de las autoridades, que prácticamente se limita a la recomendación de la autoexploración y a una muy deficiente capacitación para llevarla a cabo, se explica en razón de la imposibilidad de recomendar otro tipo de acciones más eficaces, como es el caso de la mamografía. Y es que para llevarla a cabo es necesario un mastógrafo, y de esos hay muy pocos. La razón es que cuestan mucho dinero. Y como estamos en un país con finanzas sanas, que no tiene para comprar este tipo de aparatos (porque la sanidad de sus finanzas se lo impide), pues la "racionalidad" indica que las mujeres deben ser mutiladas o tienen que morir a causa de este mal. Es el mismo país que sí tiene para bonos (algunos políticos elegantemente los llaman estímulos o prestaciones) y para burócratas que pretenden justificarlos de la manera más absurda.
Cabe mencionar que Jalisco se ubica en los primeros lugares de mortalidad a causa del cáncer de mama.
Esta enfermedad no es propia de las mujeres; también se presenta en los hombres, aunque en una proporción muy inferior. La enfermedad está cobrando vidas en la misma medida de la inacción de las autoridades por detenerla. Es un caso que ejemplifica la poca atención que prestamos al cuidado del ejercicio pleno de los derechos de las mujeres, en este caso a la salud y a la vida.
En otros países, como España, las acciones que se despliegan llegan al grado de tener un padrón para identificar a las mujeres que por edad deben realizarse revisiones periódicas. Las autoridades notifican a las mujeres la fecha en que deben acudir a la revisión. En España el éxito de estas políticas públicas ha llegado al grado de descubrir y atacar un nuevo problema: que la mujer que lo ha detectado oportunamente no sea objeto de discriminación laboral y que tenga las facilidades para atender su enfermedad de forma adecuada. En México no debemos preocuparnos de esta problemática de nueva generación, porque en estas latitudes, cuando se ha detectado el mal, en la mayoría de los casos ya es demasiado tarde.
Obvio que en otros países la atención de estos males es con cargo al erario público y con ello sus Gobiernos vulneran sacrosantos principios, pues destinan recursos públicos suficientes a la salud. Sin embargo, son países comprometidos con los derechos de sus habitantes y, por consecuencia, con su salud, no solamente con la de sus finanzas públicas. En cada acción de este tipo están siendo congruentes con la celebración de este día. Como cada año, en México este día fingiremos. Tenemos una cita con la congruencia; cuando acudamos a la cita podremos celebrar.
rogelio_campos@yahoo.com