sábado, 29 de noviembre de 2008

Bizantinos y tapatíos

Hoy se inaugura la XXII Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más relevante del mundo de habla hispana y la segunda en importancia en todo el orbe. Como ya es una sana costumbre -de esas que escasean- se ofrece un rico programa literario, artístico, cultural y académico.

Una de las actividades que se encuentra en el programa académico es el "VIII Encuentro Internacional sobre Cultura Democrática", coordinado por José Trinidad Padilla López, director del Instituto de Investigaciones en Innovación y Gobernanza de la UdeG. Dentro del programa de este encuentro figuran grandes personalidades, pero de manera especial me referiré al Doctor Rodrigo Borja.

Rodrigo Borja ha logrado conjuntar el pensamiento y la acción. Profesor universitario e investigador de las ciencias sociales, autor de varios libros, fundador de un partido político, orador de excepción y Presidente de Ecuador (1988-1992).

Borja ha sido reconocido con el grado de Doctor Honoris Causa por la Sorbona de París, por la Universidad de Buenos Aires, la de San Andrés de Bolivia y la del Norte de Carolina en la Unión Americana, además de condecorado por los Gobiernos de España, Francia, Portugal, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Venezuela y República Dominicana.

Rodrigo Borja es una verdadera rareza. Se encuentra en la pirámide del homo politicus. Bajando los laberintos de esa pirámide encontramos algunos académicos o "intelectuales" que se meten a la política y fracasan. Todavía son más los políticos que se encuentran a años luz del mundo de las ideas, la academia o la investigación. Pocos son los reconocidos por universidades y condecorados por otros Gobiernos. Si seguimos descendiendo por esos laberintos, encontramos políticos que llegan a tener un gran desorden mental imposible de esconder. Recientemente ha sido documentado y publicado que Vicente Fox fue dictaminado como inestable emocional por especialistas, dentro del proceso de anulación de su matrimonio que se llevó ante los tribunales de la Santa Sede y que le impide volverse a casar si no cuenta con una autorización especial.

Probablemente la obra más conocida de Rodrigo Borja es La Enciclopedia de la Política, libro de cabecera de estudiantes y profesionales de las ciencias sociales, periodistas y editorialistas. En esa ambiciosa obra, Borja muestra su enorme bagaje cultural y lo hace de acuerdo al personaje que es: con fineza y categoría.

En esta enciclopedia hay cientos de definiciones. Aquí me referiré a la que encontramos sobre "discusión bizantina". Es una discusión ociosa, estéril e inútil; el origen se encuentra en Constantinopla -antigua Bizancio- donde se discutía sobre el sexo de los ángeles en los momentos en que los turcos otomanos estaban a punto de conquistar la ciudad. La discusión se desarrollaba durante la época de división entre los imperios romanos de oriente y occidente; los cristianos se enredaron en diluciones hasta que vino el cisma de Focio, que separó la iglesia griega de la latina, agudizando las diferencias que las dos iglesias tenían sobre la autoridad del Papa, la castidad sacerdotal, la Inmaculada Concepción, el Purgatorio, la Santísima Trinidad, etc. En medio de estas dificultades -dice Borja- los ortodoxos se pusieron a discutir sobre el sexo de los ángeles. Se la consideró una discusión absurda e insustancial, bautizada como "discusión bizantina". El término se usa para ridiculizar este tipo de disquisiciones.

He querido referirme al término "discusión bizantina", para proponer un nuevo término: "discusión tapatía". Llámase así a la que, por sus características propias, no encaja adecuadamente en la definición de discusión bizantina. Con frecuencia se da entre la clase política, en las cúpulas empresariales, en algunos medios de comunicación y en algunos de los pocos grupos de lo que -sin saber- llaman sociedad civil.

El origen de esta frase lo encontramos en los últimos años del siglo 20 y principios del 21 en la ciudad de Guadalajara, en el occidente de México, y se refiere a los intrascendentes debates que evaden los temas importantes y ponen énfasis en aquellos que no lo son. Mientras el Estado de Jalisco -y con él Guadalajara, su capital- se encontraba descendiendo en todos los indicadores económicos y sociales, los tapatíos se enfrascaban en debates sobre los temas que surgían día con día, no siendo capaces de encontrar o dar continuidad a los temas verdaderamente trascendentes o vertebrales.

Los tapatíos podían discutir desgarrándose las vestiduras ante ciertos temas, pero sólo por plazos muy cortos, siendo incapaces de recordarlos por más de dos semanas; tampoco tenían la capacidad de ligar dos o más temas que tuvieran una línea en común. En el lenguaje cibernético, se les atribuía tan sólo la instalación de memoria RAM, pero carecían de disco duro y de procesador.

Este tipo de discusiones también tenían como característica criticar las obras y actividades que sí se concretaban y se realizaban con éxito -como la FIL. A éstas se les pretendía encontrar todos los defectos, mientras que el mundo las reconocía. Al mismo tiempo, los tapatíos eran incapaces de criticar los proyectos convertidos en eternos embriones, las obras inconclusas o las que fracasaban, o al menos no por más de dos semanas -por aquello de la memoria RAM-.

Las discusiones tapatías se caracterizan también por vivir de glorias pasadas, de recuerdos de una ciudad de la que poco quedaba, cuando estas discusiones se desarrollaban, y muchas veces se terminaban, con la verdad oficial contenida en felices declaraciones de funcionarios. La mayoría de las ocasiones en ellas no se recurría a los datos duros, sino a los "piensos". En estas discusiones abundaban los charlatanes y los fariseos. Privaban los mojigatos que decían una cosa y en la práctica hacían otra.

Es tiempo de feria, de celebración de la cultura y de regocijo por los visitantes que nos honran con su presencia. Felicidades a la FIL en su XXII aniversario y muy en especial a Carlos Fuentes por sus 80 años.

rogelio_campos@yahoo.com