viernes, 3 de diciembre de 2010

La mujer del César

Plutarco, en sus "Vidas paralelas", cuenta que un acaudalado patricio romano de nombre Publio Clodio Pulcro estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César, y que en una fiesta -de la Buena Diosa- a la que solamente podían asistir mujeres, el patricio se coló disfrazado, pero lo descubrieron y condenaron por engaño y sacrilegio.

A pesar de que -se dice- que César estaba seguro de que su mujer no había fallado, sí la reprobó, ya que no le agradaba que se asomara la sombra de la duda sobre su fidelidad. De ahí vendría la expresión "No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo". Hasta aquí la historia romana.

Lo anterior aplica a la perfección a la situación que actualmente se vive en el Ayuntamiento de Guadalajara. MURAL publicó que el Contralor Municipal viajó en un avión privado a Las Vegas. Luego vino una comedia de enredos. Al señalado se le hizo fácil decir que no había ido a Las Vegas, sino a otra ciudad y con propósitos -que de ser ciertos- resultaban plenamente justificables.

Las fotografías del día siguiente echaron por tierra la justificación y revelaban que sí había viajado a la famosa ciudad de Nevada. Adicionalmente se dio a conocer que el viaje habría sido en compañía de empresarios que sostienen tratos con el Gobierno Municipal de Guadalajara. Los propios medios han dado cuenta de que es cuestión de tiempo para que se anuncie la salida del funcionario. Hasta aquí -va- la historia tapatía.

El desenlace para el funcionario es predecible, pero no me atrevería a pensar lo mismo sobre la contraparte empresarial. Y el abanico de dudas se abre: ¿con cuántos funcionarios de esta o de otras administraciones se han tenido este tipo de prácticas? ¿Únicamente se dan en el ámbito municipal o también en el estatal y federal?

Recientemente se documentó el caso de un funcionario de CFE que recibió un Ferrari y un yate. Pareciera que según el sapo es la pedrada. La tromba cayó sobre el funcionario, pero no con la misma fuerza sobre la empresa que perfeccionó el cohecho o soborno. ¿Qué hay en la cultura mexicana que, en estos casos, no exige el castigo para una de las partes?

El periódico Milenio publicó el 2 de noviembre que los ejecutivos de una importante empresa constructora habían realizado millonarias aportaciones a las campañas del PAN para las elecciones de 2009. Esos donativos fueron la causa de una sanción -al PAN- por parte del IFE. Nuevamente se repite el esquema de sancionar a quien recibe y no a quien da.

Curiosamente, el proyecto de la Vía Express para Guadalajara podría estar relacionado con la nota de Milenio. El Gobierno del Estado de Jalisco adjudicó -de manera directa- la elaboración de las bases de licitación de la Vía Express a una empresa cuyo director-dueño es también director de la importante empresa constructora, cuyos directivos aportaron millonarios donativos al PAN para las elecciones de 2009. El costo de la elaboración de las bases sería por un monto de 12 millones de pesos.

El problema podría ser mayor, porque la importante empresa constructora -aportante al PAN- ha participado en las licitaciones o adjudicaciones directas de proyectos muy similares: la Supervía en la Ciudad de México y del Viaducto Bicentenario en el Estado de México.

En todos estos casos, no haré juicios sobre si los involucrados son honestos o no... lo que es importante es que además de eso -de ser el caso- debieran parecerlo, y eso es lo que no se está cumpliendo.



Todo mundo cree que sabe

Dice el Secretario de Gobierno que los Hospitales Civiles recibían 460 millones de pesos en 1995, y que en 2010 recibieron 2 mil 600 millones. Los civiles ejercerían este año mil 900 millones, de manera que a Guzmán le falló el cálculo por 700 millones. ¡Ánimo para la próxima!

Además, en el mundo real hay algo que se llama inflación, que parece ser una palabra que no entienden en el gabinete. La inflación de 1995 a 2010 fue de 390 por ciento, y tomando en cuenta ese pequeño detalle los Civiles han tenido una reducción real en su presupuesto, lo que no ha pasado con el Gobierno estatal, que lo ha visto crecer en estos quince años -en términos reales- en más de 300 por ciento.