sábado, 20 de octubre de 2007

El engaño de las placas

Esta semana el Gobierno del Estado anunció su intención de renovar las placas vehiculares. Esta película ya la habíamos visto en 2001. Vale la pena ejercitar la memoria y analizar varios aspectos colaterales de esta medida.

En aquel entonces, el primer argumento que se esgrimió fue que la medida obedecía a la disposición de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Como quien dice, no fue porque la autoridad local quisiera, sino por disposición de la autoridad federal. La reacción de los partidos de Oposición fue de rechazo a la medida. Emilio González Márquez, entonces dirigente estatal del PAN, comentó: "todos los ciudadanos no quisieran pagar más contribuciones, pero que en este caso se trata de un requisito que pide la Secretaría de Comunicaciones y Transportes... Como ciudadanos todos los gastos los queremos evitar, pero las cosas que tenemos que realizar, como pago de derechos, las tenemos que hacer; antes se hacía cada dos años y no pasaba nada, no veo qué haya cambiado como para que ahora se piense que es innecesario", señaló el entonces líder panista.

En 2001 la autoridad declaró que cada juego de placas costó 116 pesos, mientras que al ciudadano le costaron 600 pesos. Estamos frente a una medida eminentemente recaudatoria, y así lo reconoció la autoridad: "Necesita Gobierno dinero; cobrará más caras las placas", tituló MURAL el 17 de noviembre de 2001. En la nota, el entonces Secretario de Finanzas, Ignacio Novoa López, dijo: "Tenemos la necesidad de obtener recursos, entre menos recursos tengamos para ir dando soluciones a las necesidades urgentes (tendríamos) que recurrir a deuda y queremos lo menos (posible) endeudar al Estado".

Lo extraño de esta situación es que en el documento "Deuda Pública del Distrito Federal", elaborado en 2005 por el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, mismo que puede consultarse en www.cefp.gob.mx/intr/edocumentos/pdf/cefp/cefp0522005.pdf, se aprecia que en términos absolutos, durante el Gobierno de Ramírez Acuña la deuda pública aumentó 49.66 por ciento. En millones constantes subió 16.78 por ciento. Como porcentaje del PIB, Ramírez Acuña no la subió, pero tampoco la bajó. Como porcentaje respecto al saldo total de la deuda de los Estados, Ramírez Acuña la subió medio punto porcentual. En términos per cápita aumentó 9.44 por ciento. En prácticamente todos los rubros indicados, Jalisco supera en deuda pública al Distrito Federal, donde paradójicamente no se cobran las placas. Estos datos no consideran el monto de la deuda por la Presa de Arcediano. En el momento en que se apliquen estas cifras a los cálculos, Jalisco se consolidará como toda una referencia en materia de deuda pública.

El argumento de "placas caras = no endeudamiento" se diluye frente a estas cifras. Pero no es lo único que se ha diluido. En 2001 nos dijeron que las placas durarían 10 años. No será así; apenas habrán durado seis. No se cumplió el ofrecimiento. Ni hablar del "código de barras" de las láminas que, según el lector óptico, sólo dice JALISCO 14; de la nula visibilidad de los últimos dígitos; de la publicidad institucional (que se vuelve a repetir); o de la tinta de los dígitos de las placas de taxis, que también se diluyó desde los primeros meses.

El candidato González Márquez no mencionó durante su campaña que tomaría este tipo de decisiones ni mucho menos la magnitud del aumento. Hoy en día se debería aplicar un cuestionario a los candidatos que permita transparentar todas las acciones que realizarán y no únicamente las que se prestan al lucimiento.

Ante estas inconsistencias y engaños, es imprescindible que se establezca con claridad la duración de las nuevas láminas. También resulta de elemental lógica que el pago sea proporcional; esto es, si las láminas van a durar únicamente tres años ¿no resultaría justo que el comprador de un vehículo en 2010 pague solamente la parte proporcional?

Hay entidades donde las placas actualmente son más caras que para el automovilista en Jalisco: en Nayarit cuestan 660 pesos; en Chiapas, 685; Baja California, 713; Zacatecas, 740; Durango, mil 146 y en Chihuahua cuestan 2 mil 310 pesos. Hay otras entidades donde las placas cuestan menos: Tamaulipas, 214 pesos; Guerrero, 278; Aguascalientes, 305; Quintana Roo, 438; Sonora, 478; San Luis Potosí, 500; Guanajuato, 535 pesos. También está el caso extremo del Distrito Federal, donde no tienen costo. Con el aumento a mil 200 pesos, Jalisco se pondrá entre los Estados con placas más caras.

No estaría por demás explorar la fórmula de Yucatán, donde los vehículos con menos de tres años de antigüedad y con valor de factura mayor a 250 mil pesos pagan 658 pesos; los de menos de 250 mil pesos pagan 357 pesos. De 4 a 9 años de antigüedad y de más de 250 mil pesos, pagan 412 pesos; de menos de 250 mil pesos, pagan 357. Más de 10 años de antigüedad y valor mayor a 250 mil pesos, pagan 357 pesos; de menos de 250 mil pesos, pagan 302 pesos. Pero no, no damos para tanto, y las prioridades son otras.

El argumento de "placas caras = no endeudamiento" ha sido sustituido por el de "placas muy caras = proyectos estratégicos". El primer argumento resultó un engaño... veremos si no pasa lo mismo.

rogelio_campos@yahoo.com