Lo más probable es que usted no identifique a Roberto Ramírez Garza (qepd). Fue un actor de cine con gran actividad: ganó un Ariel, un Heraldo y participó en casi 100 películas mexicanas. Sin embargo, usted seguramente lo conoció en programas como Siempre en Domingo y La Carabina de Ambrosio, ahí encarnó al más famoso de sus personajes: Beto El Boticario. El Boticario era un "mago" recordado por hacer toda clase de gracias, menos magia: sus "trucos" eran descubiertos por todo el público. En eso consistía su show.
El Boticario decía "ha llegado la hora shingüengüenchona..." en clara alusión a que vendría algo espectacular. Cosa similar pasa en Jalisco: hace un año nos dijeron que venía la hora "cuchicuchi"... se construiría en el 2009 la mayor obra pública de la historia. Nos lo decían para tratar de justificar la contratación de 5 mil 500 millones de pesos de deuda pública. Nunca antes un Gobierno se había endeudado tanto en un año.
Al igual que El Boticario, al anunciarnos la hora "vas que chutas", nos hicieron toda clase de gracias. Nos dijeron que se iban a construir un montón de obras, pero resulta que no fue así. De los 5 mil 500 millones de deuda, el Gobierno pretende "reorientar" más de mil millones: casi un 20 por ciento. El Gobierno se endeudó en grande y ahora resulta que uno de cada cinco pesos no se los gastó, o pretende gastarlo en algo distinto a lo originalmente prometido... o quizás ya se los gastó en otra cosa y quiere una autorización -del Congreso- a toro pasado. ¡Magazos!
Resulta inevitable pensar que no se gastaron el monto de la deuda solicitada; basta ver el ejemplo de las banquetas de Avenida Vallarta para confirmar que la obra pública no se les da a estas Administraciones. Si a eso agregamos que el destino de la histórica deuda fue atomizado en decenas de proyectos, resulta lógico pensar que no pudieron ni con la administración de las obras. Todo apunta a que hay un subejercicio -solamente relacionado con la deuda pública- por más de mil millones de pesos.
Por eso resulta absurdo que pretendan endeudarse para 2010 -ahora por casi 3 mil millones- cuando no se habrían gastado lo del 2009. Así como al Boticario no le salían los trucos, a nuestros magazos no les salen las cuentas y tampoco se ven las obras.
La iniciativa que mandó el Ejecutivo al Congreso no establece las obras a las que se destinarán los recursos que no pudieron llegar al fin originalmente planeado. Tampoco dice cuáles obras se dejarían de hacer con estas reasignaciones. Con El Boticario el público se reía o se burlaba, pero aquí los especialistas en transparencia se han hecho transparentes: no se ven. Tampoco las cúpulas empresariales se manifiestan al respecto.
Veamos -solamente- tres ejemplos: para la compra de terrenos el Gobierno pidió 700 millones de pesos y nada más gastó 180. Para inversión metropolitana se pidieron 540 millones de pesos y se dejó de gastar más de la mitad. Para infraestructura en seguridad pública se pidieron 100 millones y apenas se gastaron 20; cifras similares para la infraestructura hidráulica.
¿No era tan importante la inversión en estos rubros?, ¿por qué no se pudo realizar?, ¿por qué debemos creer en que se "reorientará" debidamente?, ¿por qué debemos confiar en que lo que se está solicitando para el 2010 sí es lo que en realidad se necesita?, ¿por qué no se exponen los criterios para estas reasignaciones? ¿Alcanzarán a gastar en un mes la quinta parte de esta deuda histórica o ya se la gastaron anticipadamente? ¿La deuda del 2010 considera lo que se dejó de gastar en el 2009?
No hay -hasta la fecha- respuestas. Lo que sí hay es la repetición de la cantaleta de que se van a hacer cosas importantes: "ahí viene la hora vas que chutas"; la práctica reiterada de "sacarse de la manga" -como magos- las brillantes estrategias de financiamiento y de imponerlas. Pero al final no se cumple con la expectativa, los trucos no les salen y la actuación adquiere tintes de fracaso... algo parecido a lo que ocurría con el Magazo... con la gran diferencia de que Beto se reía de su ridículo y provocaba risas; nuestros magazos ponen cara de serios y provocan indignación y coraje, pero sobre todo pena.
rogelio_campos@yahoo.com