viernes, 16 de septiembre de 2011

Líderes y ciudadanos

Quienes fueron considerados por la revista Líderes Mexicanos como los 300 más influyentes, comieron con el Presidente Felipe Calderón en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Al Presidente no sólo se le antojó ofrecerles el pan y la sal a los convidados, sino además una invitación a modo de reclamo cuyas partes esenciales sugieren:
"Quien quiera ejercer de veras su liderazgo, aparte de lo que ya hacen en sus empresas, las mejores de México, quien quiera ejercer su liderazgo fuerte y en serio, recorra la puerta de la política y entonces, quizá México pueda ser distinto. (...) Si no les gustan los partidos políticos, hagan ustedes un partido y pasen la prueba del ácido. Quizá los mejores líderes pueden estar aquí y les va mejor en términos económicos, sociales, de prestigio; no se mete nadie con ustedes en la prensa".

Este entorno, que pudiera haberse antojado seguro, fue escenario de un intercambio de reclamos a diferente tono, donde se le reprochó al Presidente el precario estado de las cosas en cuanto a seguridad, corrupción, competitividad, generación de empleo, etcétera.

Mucho le han de haber pesado estas críticas al Mandatario, visto el intercambio de argumentos donde él mismo les reprochó que abogaran por la competencia, cuando no falta de ésta, o de la incompetencia gubernamental para regular sectores polémicos. No le falta la razón al Presidente cuando hace este reclamo, mas no le asiste cuando los invita a participar en la política electoral como vía de solución a los reclamos que esbozan.

Al dedicarse a sus negocios, los empresarios no pierden ninguna de sus prerrogativas políticas, por lo que pueden ser postulados y elegidos a cualquiera de los encargos públicos que decidan. De hecho, ha sido precisamente a través del PAN -entre otros institutos políticos- donde varios empresarios han ejercido este tipo de cargos. Lo que ha quedado claro, además, es que la pericia empresarial de ninguna manera garantiza por sí sola un buen ejercicio de la función pública.

El ejercicio de lo político, como el de la libre empresa, la academia u otras vocaciones, requiere de habilidades específicas que caracterizan a quienes se dedican a estas actividades. Vamos, no se trata de un concurso de amateurs -de los que ya tantos hemos tenido- sino una selección de profesionales.

Max Weber, uno de los teóricos más relevantes de las ciencias económico-administrativas y políticas, distinguía claramente cómo las vocaciones del científico y el político son claramente diferenciadas. La política moderna requiere del político profesional, no del habitual; la tragedia es que nuestra clase política no ha desarrollado los cuadros adecuados, en cuanto a probidad o capacidad, por una serie de razones estructurales y de incentivos cuya mención rebasa los límites de este artículo.

Donde se equivoca el Presidente, entonces, no es en la invitación, sino en el cauce al que los convida: a la participación político-electoral como única o mejor alternativa para que los miembros de la sociedad civil generen un impacto en nuestras instituciones. Hay muchos más caminos que el ser candidato o fundar un partido; a continuación, me explico.

La intensa promoción del voto ha provocado que la mayoría de los ciudadanos asocie política con política electoral. Pareciera que se nos invita a un "Votas y te vas", cuando la democracia no se agota, sino que se legitima en las urnas. Ser ciudadano no implica sólo alcanzar la mayoría de edad, empadronarse y votar, implica más, mucho más.

Un genuino ciudadano elige a sus líderes, pero además obedece fielmente las leyes y es solidario con sus conciudadanos, pues comprende que su suerte está ligada a la de ellos. Este ciudadano, además, elige estar debidamente enterado de los problemas públicos a su alrededor, y se involucra, en la medida de sus posibilidades, en su solución mediante la asociación y la acción colectiva. Un genuino ciudadano también contribuye con el sostenimiento del Estado, y recordemos que en México superamos los 82 millones de empadronados, pero apenas el año pasado llegamos a la barrera de los 30 millones de contribuyentes.

Ser ciudadano, con mayúsculas, implica participar en política, y si bien a este País le faltan políticos profesionales, le urgen aún más ciudadanos plenos.

rogelio_campos@yahoo.com

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