El pasado miércoles, los Presidentes de Guadalajara, Tlaquepaque y Zapopan manifestaron su rechazo al Macrobús. Con este anuncio se cierra un capítulo en la disputa por imponer o rechazar esta "solución" parcial al problema de movilidad.
Resulta fascinante la historia del Macrobús (BRT) en Guadalajara. Seguramente constituirá un estudio de caso de los especialistas en políticas públicas y en movilidad. Varios de sus episodios describen de manera extraordinaria las características de nuestra clase política jalisciense.
El primero de marzo del 2008, MURAL publicó "Monta el Gobierno su show", y la nota da cuenta de la peculiar forma de anunciar el Macrobús: con un telón que cae y que deja ver la unidad azul (azul tenía que ser), a la cual se suben decenas de personas que abandonan sus autos... los "actores" eran servidores públicos que habían sido sacados de sus oficinas... y los autos eran oficiales.
Esta forma de proceder es distintiva -desde su génesis- del actual Gobierno; hay una pasión por las puestas en escena. Emilio: con las piernas amarradas y en silla de ruedas; haciéndole al pobre, durmiendo en La Nogalera; de albañil con playera de las Chivas; trepado en una retroexcavadora al estilo Leonardo Di Caprio en Titanic; tratando de hacer botar un cheque para que vean que no es de hule... podríamos llenar este espacio con la lista de sketches. Moraleja: con los sketches se puede ganar una elección, pero no alcanzan para gobernar.
De inmediato vinieron las críticas al -entonces llamado- "Choribús". Los primeros en reclamar fueron los empresarios del transporte: se quejaban de falta de información. Siguieron los vecinos, comerciantes y automovilistas por el estrangulamiento de la Calzada Independencia. Este es otro rasgo distintivo de este Gobierno, la falta de comunicación.
El Gobierno ha demostrado un profundo desdén por informar oportunamente. Las políticas públicas se llaman así porque tienen el respaldo de la base social, no solamente porque se realizan con recursos públicos. Otro rasgo de esta Administración es su profunda ignorancia sobre el concepto de políticas públicas.
Para que una acción de Gobierno se convierta en política pública debe socializarse y discutirse. Lo anterior se puede llegar a dificultar cuando el titular del Ejecutivo dice con orgullo y frenesí: "A mí, lo que unos poquitos digan ¡¡¡me vale madre!!!, así de fácil".
Otro rasgo distintivo de esta Administración es "prometer las perlas de la Virgen". No dudo que el BRT funcione bien, pero de lo que estoy seguro es que el caso tapatío no es uno que se pueda poner como ejemplo. Los sitios de Internet que publican estudios de casos exitosos no mencionan nuestro BRT. El Macrobús tapatío fue más tardado en construir, más caro, con menos unidades, menor longitud, menos estaciones (y menos generoso con las personas de la tercera edad) que la Línea 1 de la Ciudad de México. Se ofrece mucho, y al final salen con un petardazo.
Las guías para implementar este tipo de solución, desde las de organismos internacionales hasta las de empresas fabricantes de unidades, establecen la importancia del proceso de comunicación y de socialización con la sociedad. En eso falló estrepitosamente el Gobierno del Estado.
Falló en comunicar y socializar, porque alguien que manda golpear y gasear diputados y medios no quiere comunicarse; quien incumple sus compromisos firmados es difícil que pueda socializar; quien retiene fondos federales para presionar -extorsionar es el término adecuado- a las autoridades municipales está muy lejos de querer comunicar y socializar.
El Gobernador optó por convencer a las cúpulas empresariales y a sus amigos -incluidos periodistas- que viajan con él en helicóptero. Son esos los que hoy salen a defender este macrofracaso.
rogelio_campos@yahoo.com