sábado, 14 de julio de 2007

Criminalización y engaño

La realidad que actualmente vivimos no tiene que envidiar las etapas en las que el engaño y la criminalización se utilizaron como eficaces instrumentos de dominación. La diferencia es que ahora, supuestamente, vivimos en un régimen democrático (ese es otro engaño), lo cual agravaría este tipo de prácticas.

Desde sus antecedentes y orígenes, las presentes Administraciones pretendieron encontrar en la criminalización un eficaz instrumento para nulificar a sus adversarios. Tales son los casos, por poner sólo dos ejemplos, del "desafuero" contra AMLO y del "aseguramiento" de las casas de Arturo Zamora. Ni el primero pisó la cárcel, ni al segundo se le incautaron sus casas.

Una vez que el Presidente Calderón asumió como tal, la primera medida en ser adoptada fue la militarización del país. Con esto se faculta, de facto, que cualquier ciudadano sea revisado por miembros del Ejército, o lo que es lo mismo: todos somos sospechosos, y por ello las revisiones aleatorias. La incapacidad del Gobierno para combatir al narcotráfico encuentra una salida "natural": criminalizar a toda la población.

Otro problema que enfrentó Felipe Calderón fue el aumento al precio del maíz. De inmediato se anunció que se ejercería acción penal contra los acaparadores del grano. Se llegó al punto de publicar en noticieros horario triple A la localización de los establecimientos que estaban incurriendo en estas condenables prácticas. Pues bien, días después, el propietario (criminalizado) del establecimiento demostró que no había acaparamiento, y por tanto, no se ejercitó acción penal en su contra. Sin embargo, al igual que con AMLO y Zamora, la meta se había cumplido: en esta ocasión se ganaba tiempo y legitimidad... con base en la criminalización y el engaño.

Los hermanos Sosa constituyen otro caso, éste por lo menos de sobrecriminalización. Encerrados en un penal de máxima seguridad, un juez acaba de resolver que la autoridad no acreditó la "alta peligrosidad" y, por tanto, serán trasladados a una cárcel de Oaxaca, donde (en el extremo del caso) también debieron estar quienes fueron aprehendidos por los desmanes de Oaxaca, y que de forma aberrante fueron encarcelados a cientos de kilómetros de distancia. Para este detallito había tantas razones políticas como carencia de elementos jurídicos.

Debido a la subcultura de la desconfianza, los mexicanos consentimos que se nos criminalice. Al desconfiar todos de todos, accedemos a que se nos entinte (marque) el dedo al votar. Con ello, admitimos que cada uno de nosotros es un delincuente electoral en potencia. Ese extraño gusto por ser criminalizados nos lleva a aceptar sin mayor resistencia que las mochilas de nuestros hijos vayan a ser revisadas y que a ellos se les practiquen exámenes de orina para detectar el consumo de drogas. Antes de aceptar este tipo de medidas deberíamos pedir que los exámenes se los practicaran los integrantes del Gabinete, las autoridades educativas y sanitarias (que estuvieran involucradas en su aplicación), y los maestros (incluyendo a los líderes sindicales, inspectores y directores) de los sospechosos menores de edad.

Varias estrategias basadas en la criminalización han resultado una verdadera estafa, un engaño. Adicionalmente, diversas maniobras del Gobierno se han basado en dar a la mentira apariencia de verdad. El ejemplo más reciente lo encontramos en las explosiones de gasoductos. La Secretaría de Gobernación se apresuró a decir que la causa se encontraba en una "baja presión" y que no se descartaba "la ordeña". Este comunicado nos inducía a creer y tener por cierto lo que era falso. Ahora la versión oficial ha dado un vuelco: no sólo son atentados, sino que son atribuibles al EPR. Si en esta ocasión el Gobierno acierta o falla es lo de menos, al parecer lo que importa es la rapidez de reacción.

A un cambio de opinión le sigue otro. Ahora el Presidente dice que los mexicanos queremos vivir en paz, lo cual suena bien; pero meses antes no dejaba de decir que estábamos en guerra, que duraría muchos años, y que costaría mucho dinero y vidas.

El ilusionismo es una forma de engaño. En este ámbito, el Gobierno le hace competencia al propio Copperfield. No sólo fueron magazos para convertir, en la casa de Las Lomas, 17 millones en sólo 157 mil pesos. Grupo Reforma publicó el 28 de marzo de este año que "en septiembre de 2006, el Sistema de Información Arancelaria de la Secretaría de Economía señalaba... que entre enero y agosto de 2005 México importó 3 mil 91 toneladas de seudoefedrina... monto 40 veces superior a lo que necesita anualmente la industria farmacéutica en México para producir medicamentos... detallaba el nombre de las empresas que realizaron el 80 por ciento de las compras. Entre ellas estaban... Unimed Pharm Chem de México (la de Zhen Le)... Sin embargo, las estadísticas oficiales de comercio cambiaron. Actualmente se reporta que sólo se importaron 118 toneladas de seudoefedrina en 2005 y se borró a la empresa de origen chino de la lista de importadores.

Consultada al respecto, la Secretaría de Economía responsabilizó a la Secretaría de Hacienda del "error de captura" causante de las diferencias en las importaciones -2 mil 973 toneladas menos-, pero no aclaró por qué se borró de la lista a la empresa de Zhen Le.

Frente a estas hazañas, a ojos de todo el mundo, desaparecer la Estatua de la Libertad es cosa de niños.

rogelio_campos@yahoo.com