Primera de dos partes
La polémica desatada con motivo de la aportación gubernamental al Santuario de los Mártires no es la única que ha surgido desde la concepción misma de este proyecto. Al contrario, forma parte de una historia peculiar plagada de sobresaltos, contradicciones e incertidumbre. MURAL ha dado seguimiento puntual al desarrollo de los acontecimientos. Todas las notas referidas a continuación fueron publicadas en este medio.
El Santuario tiene su origen el 22 de mayo de 2000, en la canonización de 25 mártires mexicanos. La ceremonia tuvo lugar en El Vaticano y fue presidida por el Papa Juan Pablo II. En esa ocasión, señaló "que el luminoso ejemplo de Cristóbal Magallanes y compañeros mártires os ayude a un renovado empeño de fidelidad a Dios, capaz de seguir transformando la sociedad mexicana para que en ella reine la justicia, la fraternidad y la armonía entre todos". Paradójicamente, el proyecto inspirado en los mártires no se ha desarrollado en un clima de fraternidad ni armonía.
El 7 de octubre de 2000 se anunciaba el proyecto de un santuario que estaría en el Cerro del Cuatro. Se decía que el terreno había sido donado y que estaría terminado a principios de 2004 para la realización del Congreso Eucarístico Internacional, y que seguramente acudiría el Papa. Se dijo que el costo de esta magna obra ascendería a los 50 ó 60 millones de dólares. Nada de eso sucedió conforme a lo anunciado: ni se construye en el cerro mencionado, ni el terreno fue donado, ni se terminó en 2004. Tampoco asistió el Papa a ese congreso. El monto al que ascendería el costo, según cifras actuales, es de 180 millones de dólares.
En el mismo mes se publicaba que el apoderado legal de una institución bancaria llamaría a juicio a la Arquidiócesis, debido a que el terreno donado se encontraba en litigio en un tribunal agrario y que el Estado que guardaba el procedimiento prohibía cualquier tipo de construcción. El Arzobispado desacreditó las declaraciones y afirmó que los donadores contaban con todos los papeles en orden y que el proyecto -de Federico González Gortázar- continuaría en el lugar indicado. No fue así, y esa es la razón de que las obras no se realizaran en el Cerro del Cuatro, sino en el Cerro del Tesoro. Tampoco el proyecto que actualmente se desarrolla es el del arquitecto González Gortázar.
En enero de 2001 el debate se centró en el diseño de la basílica que había sido modificado, y se denunció el plagio del mismo. Al mes siguiente se anunciaba la reubicación del proyecto por segunda ocasión, y el debate se daba entre las autoridades eclesiásticas y la Secretaría de Desarrollo Urbano sobre la autorización del proyecto. La autoridad civil negaba haberlo autorizado.
En marzo de 2001 los vecinos del Cerro del Tesoro manifestaban su oposición al proyecto y descalificaban al encargado del mismo por prácticas que consideraban engañosas y poco claras.
En mayo de 2001 el Gobernador Francisco Ramírez descartaba apoyar el proyecto por lo que tenía que ver con la construcción de infraestructura: pasos a desnivel, avenidas, entre otras obras.
En marzo de 2002 se anunciaba que Europa costearía el 50 por ciento del proyecto, a través de donaciones de asociaciones de Italia, Alemania e Inglaterra. Se decía que sería dentro de un esquema "uno por uno", en el que por cada peso recaudado en tierras mexicanas las asociaciones del otro lado del Atlántico pondrían otro. Tampoco eso ha ocurrido hasta el momento. Si todavía está firme el ofrecimiento, habrá que agregar otros 90 millones de pesos como contraparte de la aportación gubernamental. En esas fechas, todavía el presupuesto era de 60 millones de dólares.
Además se anunciaba que se contaba con el compromiso de la iniciativa empresarial de Jalisco y con una dinámica de rifas y venta de autos y casas habitación que habían sido donados por los feligreses. El apoyo empresarial se reiteró en no pocas notas, por parte de cámaras y asociaciones empresariales, pero al parecer no ha pasado de eso. De las rifas y ventas no se tienen datos ni cuentas; lo que sí se reportó en fechas posteriores fue el fracaso de algunas de estas rifas.
En abril de 2002 se anunciaban las obras que llevarían a cabo el Ayuntamiento de Tlaquepaque y el Consejo Metropolitano. Se trataba de tres calzadas y una avenida, además de tres pasos a desnivel. Se ponía plazo: diciembre de 2003. Tampoco ocurrió.
En junio de 2002 se anunciaba que, debido a la escasez de recursos, las obras se detenían. Al mes siguiente, el rector del proyecto anunciaba que el narco les había ofrecido un donativo para poder continuar y que lo habían rechazado. En agosto se anunciaba que había llegado dinero de El Vaticano, la suma era insuficiente: 100 mil dólares. En estas fechas se insistía en que costaría 63 millones de dólares y que estaría listo en 2004.
El último trimestre de 2002 estuvo plagado de malas noticias: se volvió a detener la obra, con el agravante de las amenazas de ejercitar acciones legales por parte de los acreedores; Sánchez Barba regresaba sin dinero de Europa y se argumentaba que el motivo era que no se tenían escrituras del terreno donado.
Como podrá advertirse, no ha habido un paso de este proyecto exento de dificultades. Los 90 millones de la aportación son el capítulo más reciente, pero inscrito en el patrón problemático que lo ha caracterizado. La próxima semana expondré la segunda parte de la historia, junto con un análisis completo.
rogelio_campos@yahoo.com