sábado, 11 de agosto de 2007

Santurrolandia

En México llamamos "mocho" al santurrón, al gazmoño. Es santurrón quien exagera en sus actos de devoción y el que resulta hipócrita al aparentar ser devoto. Es gazmoño el que afecta devoción, escrúpulos y virtudes que no tiene. No es lo mismo mocho que mojigato, aunque es muy probable que coincidan en la misma persona. Mojigato es que el afecta humildad o cobardía para lograr su intento en la ocasión; es un beato hazañero que hace escrúpulo de todo.

Solamente una sociedad mocha y mojigata puede combinar sus fervientes actos de devoción con la oferta de vida nocturna que hay en la zona metropolitana de Mochilandia. Algunas ciudades norteamericanas de mayor poder económico no ofrecen (por mucho) ni la cantidad, ni la variedad de establecimientos nocturnos ni la amplitud de horarios que hay en Santurrolandia. En esas ciudades la oferta nocturna es restringida y las multas por manejar en estado de ebriedad son de temer; están lejos de que los juniors alcoholizados salgan de la cárcel al igual que terminan con la vida de otros: alegremente.

En el régimen de la Mochocracia, para estar a favor de la vida, basta con manifestarlo con una calcomanía, siempre y cuando estemos "trendy" (o sea: de modísima). La calidad de esa vida no importa; ya importará si se pone de moda. En Santurrolandia es imposible encontrar quien maneje como energúmeno, y es que energúmeno significa persona poseída por el demonio o persona furiosa (recordar el pecado capital de la ira). Pero si acaso llegara a encontrar a alguno, no se preocupe: si trae una calcomanía que diga que está a favor de la vida, con ello el peligro potencial que representa para todos se neutralizará.

El Gobernador está en lo correcto. En una sociedad que atiborra los templos y que se manifiesta como líder del catolicismo en México, no hay razón para repartir condones entre los jóvenes; ellos son castos, se abstienen y son fieles... que se preocupen en otras entidades menos devotas.

En lo que no tiene razón el Gobernador es en promover la fidelidad y la abstinencia, porque en una sociedad tan creyente y con una Iglesia tan poderosa y penetrante no habría motivo para reforzarlo. Tampoco tiene razón en dudar de los devotos jóvenes de Mochilandia. ¿Cómo es posible que diga que se quieran divertir con el sexo? ¡Eso no pasa aquí! Tampoco está bien que diga socarronamente que nada más falta que el Gobierno proporcione un vale para el motel... ni que fueran a alcanzar los únicos tres moteles que tiene Santurrolandia. En esto de plano no se midió: como si tuviéramos 10 ó 15 moteles en cada acceso carretero y otros 20 en el Periférico y anexas... eso sólo pasaría si esta Ciudad no fuera tan devota. Además, para que eso sucediera deberíamos haber tenido autoridades que autorizaran la construcción masiva de moteles. Si en Mochilandia llegaran a existir tantos moteles como se menciona en ese lejano escenario hipotético, tardarían más en construirse que en quebrar por la escasa demanda.

El Gobernador también se equivoca en eso de dar un "six", de plano se ve que no sabe que en Santurrolandia los jóvenes no se divierten con el sexo, se entregan por puro amor. Y cuando se divierten no necesitan alcohol; van a los parques y unidades deportivas más cercanas a sus domicilios, que además están en perfectas condiciones de mantenimiento y cuentan con excelente vigilancia. Si además van a la Vía Recreactiva los domingos es porque tienen que cumplir con el sacrificio semanal de cambiar la cercanía de su unidad por la lejanía de la vía, el pasto bien cuidado de sus parques por el asfalto, los árboles por los postes y las ricas sombras por el inclemente sol.

Si de beber alcohol se tratara, no irían por un "six", lo verdaderamente "trendy" son las micheladas y esos establecimientos escasean en Santurrolandia, entre otras razones porque nuestros empresarios son extremadamente devotos y no lucran con estos apetitos de los jóvenes y, por si fuera poco, tenemos autoridades que no dan permisos para estos giros ni para moteles, mucho menos en la última década.

Nuestros jóvenes se divierten de otra forma, con el deporte y con la inmensa oferta cultural que hay en la Ciudad. Adicionalmente, no tienen problemas para trasladarse a los múltiples centros que conforman en consolidado circuito de sana diversión y de alta calidad. En este aspecto no tenemos que envidiar a ciudades como San Antonio, Texas, que por 5 dólares mensuales dan a sus estudiantes servicio de transporte público ilimitado y de alta calidad.

Aquí no es necesario que el Gobierno promueva de manera especial la abstinencia y la fidelidad. Con el ejemplo de virtud cotidiana de nuestros gobernantes al privarse de satisfacer sus apetitos es más que suficiente. Nadie podría atreverse, siquiera a deslizar que en las esferas públicas se ven impulsos instintivos por satisfacer deseos y necesidades, ni de poder, ni de dinero ni de canonjías. Los únicos deseos y necesidades que emanan son los de servir eficaz y eficientemente a la población.

Lo anterior nos permite explicar las razones de no haber vivido en Santurrolandia, entre otras cosas, una campaña negra en las recientes elecciones. Sin duda es algo que debemos agradecer, como el hecho de tener un Gobierno con todas las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Lo mejor de todo es que eso se refleja en las sabias declaraciones de quienes ejercen el poder.

Tomo una semana de descanso; regreso el 25 de agosto.

rogelio_campos@yahoo.com