viernes, 23 de octubre de 2009

Amiguismo y compadrazgo

Corría el año 2004 cuando tuve la osadía de expresar, en una charla informal frente a dos economistas, que México tenía un "capitalismo a la mexicana". La reacción de sorpresa -por llamarlo elegantemente- no se hizo esperar. Quería referirme a que México no cumplía con los requisitos mínimos de un capitalismo de mercado: con competencia, con consumidores informados y con libertad para elegir libremente entre distintas opciones.

Con el tiempo, vino a mi rescate Gary Becker. El Premio Nobel de Economía 1992, expresó en 2006 que "en algunos países de América Latina comienza a consolidarse un capitalismo de compadres, por el cual sectores privilegiados consiguen favores del gobierno". El autor de "Economía de la Discriminación", "El Capital Humano" y "Tratado sobre la Familia" señalaba con énfasis los sectores televisivo y de comunicaciones en el caso de México.

En el mismo año, Douglas North, Premio Nobel de Economía 1993 y catedrático de la Universidad de Seattle, alertaba sobre "el asalto de grupos de intereses que se supieron aprovechar del Estado en su propio beneficio y se protegen de la competencia cerrando las economías".

El pasado lunes, James J. Heckman, Premio Nobel de Economía 2000 y catedrático de la Universidad de Chicago, dijo -en nuestro país- que "el capitalismo de amigos frena la competitividad". Criticó que "los programas sociales se han dirigido de manera muy pobre" y puso énfasis en la "creciente desigualdad social en México". Comentó que nuestro país "tiene una cultura política y económica de capitalismo de amigos, que ha propiciado la creación de monopolios que le resta competitividad".

Heckman dijo que los monopolios elevan los costos y retardan el crecimiento. Fue más allá, al establecer que México ha construido en su cultura política un temor, incluso aborreciendo estímulos y mercados, y que ha levantado un edificio legal y cultural que restringe su capacidad de adaptación a la nueva economía.

A Heckman ya se le había adelantado el periodista argentino Claudio Aliscioni, quien escribió en junio de 2006 para El Clarín "Monopolios, oligopolios y 'capitalismo de amigos' en la economía mexicana". Aliscioni destaca que, por años, en México hubo una presencia absoluta del Estado en todos los negocios y que se transformó -tras las privatizaciones- en un reino de firmas sin competencia y con ayuda estatal.

El concepto de Estado regulador fue superado por el capitalismo de mercado y éste a su vez por el capitalismo avanzado que plantea -entre otros- el alemán Peter Häberle. El capitalismo avanzado es el que han adoptado los países que registran el mayor desarrollo en todos los aspectos sociales: Suecia, Dinamarca, Noruega, etcétera. Si bien abandonamos el modelo de Estado regulador, no fue para abrazar el capitalismo de mercado, mucho menos el capitalismo avanzado. Torcimos el camino y optamos por un frankenstein: el capitalismo de amigos o de compadres.

Ese ámbito económico actual -el nuestro- propicia que paguemos tarifas más caras que las que se cobran en países desarrollados. También explica el lugar 60 que tenemos en competitividad y es la causa del enorme grado de desigualdad entre los mexicanos más pobres y los más ricos. Aporta lógica a la existencia de altas tasas de interés que aniquilan las bondades que generaría una baja inflación. Permite comprender el bajo porcentaje de penetración crediticia -oferta de créditos- y de recaudación tributaria con relación al PIB.

Si en el aspecto económico hemos torcido el camino, hicimos lo mismo con el modelo político. Abandonamos el régimen de partido dominante -casi al mismo tiempo que al Estado regulador- pero no fue para entrar al régimen democrático prometido, sino para acceder a una democracia -también- de amigos y de compadres.

Las leyes democráticas sí aplican: coaliciones, mayorías y negociación, pero sólo entre ellos y en un ámbito muy reducido, en el que solamente están en juego sus intereses. No en balde es su capitalismo y su democracia.


rogelio_campos@yahoo.com