viernes, 20 de noviembre de 2009

México corrupto

Esta semana, Transparencia Internacional (TI) dio a conocer el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2009. México, como ya viene siendo una costumbre, se ubicó en un vergonzoso lugar 89. El país habría perdido, en un solo año, 17 lugares en esta clasificación.

Para no compararlo con países de Europa o de otras latitudes, y circunscribiéndonos a la región de América Latina, México se encuentra por debajo de Barbados, Santa Lucía, Chile, Uruguay, San Vicente, Dominica, Puerto Rico, Costa Rica, Cuba, Brasil, Colombia, Surinam, Perú, Trinidad y Tobago, El Salvador, Panamá y Guatemala. México obtuvo una calificación de 3.3 sobre 10. Mientras estos números son publicados, el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) expresa alegremente que México es un referente en materia de transparencia.

Transparencia Internacional señala que los escándalos sobre impunidad, pagos irregulares, corrupción política y captura del Estado han sacudido a nuestro País, para que se perciba la corrupción en esa medida.

Un punto en contra radica en los problemas que enfrentan los periodistas: afrontan un entorno cada vez más restrictivo. La sociedad civil y los medios de comunicación han sido debilitados en su papel de denunciar la corrupción.

Transparencia Internacional advierte el riesgo que significa la inyección de grandes cantidades de dinero que se destinan para -supuestamente- reactivar las economías. Ahí podría haber un agravamiento de riesgo de corrupción.

Este índice se construye mediante la aplicación de encuestas a líderes de opinión y empresarios nacionales y extranjeros. La realidad es dramática, y urge que sea aceptada por nuestras autoridades: la percepción que se tiene de nuestro país en materia de corrupción es pésima.

Ésta podría ser la principal promesa incumplida de los Gobiernos panistas de Fox y Calderón, aunque la medición también refleja el comportamiento de cientos de autoridades locales. Por eso llama la atención la forma en que se comportan las autoridades jaliscienses en muy variados temas.

Se compra -en lo oscurito- un terreno para edificar un estadio. Se hace una transacción que obliga al Ayuntamiento a cambiar el uso de suelo para la construcción de vivienda de altísima densidad. No olvidemos que la compra está condicionada al cambio del uso de suelo, por lo que resulta infantil que Carlos Andrade Garín diga que tienen una escritura y que pagaron por el terreno. No, la compra no está perfeccionada y por lo tanto el terreno no es del Consejo Estatal para el Fomento Deportivo y Apoyo a la Juventud (Code).

La corrupción en Jalisco rebasó la mordida -ochentera- del agente de Tránsito y pasó a las licencias para edificar torres y cambiar usos de suelo; también se refleja en destinar cantidades millonarias a asociaciones civiles. Se puede justificar de mil formas, mas lo que debería discutirse es la discrecionalidad y rapidez para hacer estas maniobras: sin criterios previos ni forma de concursar o de aspirar al beneficio del acto de autoridad.

Ahí se percibe corrupción, que es la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. Ni duda que hay provecho para algunos pocos, mientras los demás no pueden aspirar a participar porque no hay reglas.

Este tipo de casos son los que suman a la calificación que hoy se nos otorga. Esta clase de mediciones son las que impiden que fluya más inversión a nuestro País, por mucha enjundia -cada vez menos- que le ponga el Presidente de la República a sus discursos.

Llegamos al aniversario 99 de la Revolución Mexicana con la etiqueta de -cada vez más- corruptos. Mientras no se tomen medidas para que los beneficios no vayan de manera tramposa a algunos cuantos, se seguirá teniendo esa percepción... y nadie duda que alguno de los encuestados haya sido beneficiado de esas "reglas" del juego, pero resulta que su opinión al final se revierte -como su posible beneficio- en perjuicio del interés público.

Hace tres años se planteaba que este sería el sexenio del empleo; poco después, el de la lucha contra el narco. Lo cierto es, que es un sexenio marcado por la debacle en aspectos fundamentales para la sana vida del país.


rogelio_campos@yahoo.com