viernes, 24 de abril de 2009

De mentiritas (2)

(Segunda y última parte)

Los correos electrónicos que invitan a anular el voto bajo la premisa de "si tenemos políticos nulos, hay que responder con votos nulos", nos dejan al descubierto como un país de mentiritas.

La semana pasada dimos cuenta de la imposibilidad real de ejercer nuestros derechos y cumplir con las obligaciones que tenemos como ciudadanos. Esta situación también aplica a quienes -sin ser ciudadanos- solamente son mexicanos.

Son obligaciones de los mexicanos: "hacer que sus hijos... concurran a las escuelas... para obtener la educación preescolar, primaria y secundaria, y reciban la militar". En los hechos, si alguien falta a esta obligación... no pasa nada, no hay sanción. Más que invitar a no ejercer el derecho ni cumplir con la obligación de votar, hacen falta voces que exijan las condiciones para que los padres puedan llevar a sus hijos a la escuela y que se sancione a quien no la cumpla, o de plano quitarle el rango de farsa constitucional a esta obligación.

Es el mismo caso de la obligación de "asistir en los días y horas designados por el Ayuntamiento, para recibir instrucción cívica y militar". Se busca el Ayuntamiento que ofrezca esos mentados cursos de instrucción cívica. Esos cursos -inexistentes- serían de mucha utilidad para ejercer adecuadamente el derecho a votar. Antes que los Ayuntamientos, las autoridades eclesiásticas -indebidamente- son las que andan adoctrinando a la gente -hasta- en cómo votar.

Hacen falta ciudadanos que exijan que los Ayuntamientos cumplan con esta obligación, más que invitar a anular el voto. Total, si se organizan entre todos los Ayuntamientos, bien podrían constituir un consejo que diseñara -o avalara- los materiales, y pagar tiempo aire en televisión para, por lo menos, difundir cápsulas cívicas. Entre todos les saldría muy barato; todo es cuestión de que el diez por ciento de lo que gastan en mensajes insulsos y para promoción de obras de dudosa calidad lo orienten a lo que es su obligación.

El excesivo gasto que los Ayuntamientos hacen en medios de comunicación se justifica -según los que lo gastan- por la obligación que tienen de informar. No se les ven las mismas ganas de cumplir con la instrucción cívica, que también es su obligación constitucional.

También la Constitución faculta al IFE para tener a su cargo en forma integral y directa las actividades relativas a la educación cívica. Ni en los mejores tiempos del IFE se cumplió con esta obligación. Su incumplimiento tiene una incidencia tremenda en la situación actual de desinterés, apatía y decepción ciudadana.

No es la única asignatura pendiente del IFE. No tenemos estudios que profundicen en las causas del aumento formidable del abstencionismo desde 1994. No los tenemos porque el IFE no los ha hecho. Su omisión es monumental, pues no permite dimensionar, por ejemplo, la proporción del "abstencionismo" que se relaciona con los flujos migratorios que se vieron exponenciados en el sexenio de Fox. Si los migrantes no pueden votar -la posibilidad de que lo hagan es mínima- es por la lamentable actuación que el IFE tuvo cuando le pidieron opinión respecto a la reforma constitucional en la materia que resultó todo un fracaso.

El abstencionismo ha venido en aumento, ni duda. Es previsible que la tendencia continúe y así se manifieste el próximo 5 de julio. El punto es que no hay forma de saber las causas específicas de ese aumento: apatía, migración, imposibilidad por no actualizar domicilio, etcétera. En esa zona oscura se guarece la posibilidad de "éxito" de los que llaman a esta campaña. Si somos más específicos, podríamos medir el "éxito" en el aumento de los votos nulos que se registran en cada proceso. Por cierto, tampoco hay un estudio del IFE que nos explique las causas de los votos nulos. Tampoco se escucharon las voces para orientar a quienes se les anuló -y se les seguirá anulando- sin que esa sea su intención (por error, etcétera).

Volvamos a las obligaciones de los mexicanos. La de pagar impuestos. Nuestra recaudación es del once por ciento con relación al PIB. Brasil recauda el dieciocho, Argentina el veinte y Chile el veintiuno. Dejar de cumplir con la obligación de votar es ridículo frente al daño que ha causado dejar de pagar impuestos. En ese rubro -evasión y defraudación- somos unos campeones.

Indudablemente sería más contundente y eficaz -como protesta- dejar de pagar impuestos que anular el voto. Pero como nuestra recaudación es ridícula, tampoco se notaría. Ahí podría encontrar explicación la convocatoria a anular el voto. Porque ya se habría acabado la imaginación y lo único que queda es dar de rebozazos.

rogelio_campos@yahoo.com