El 20 de octubre de 2007, MURAL publicó "Quieren desarrollar Barranca". La nota reporta que el Ayuntamiento de Guadalajara analizaba la posibilidad de asociarse con una empresa inmobiliaria (la española Mecanovae) para la construcción del complejo Puerta de Guadalajara, en un predio municipal de Periférico y la Calzada Independencia. Así, de la nada surgía el "proyecto", sin explicar cómo se gestó o cuál era la razón de escoger a esa empresa.
Un mes después, el 20 de noviembre, MURAL publicó "Viaja a Valencia Alcalde tapatío". La nota reporta que Alfonso Petersen viajaría a Valencia, España, a promover un desarrollo inmobiliario denominado Puerta Guadalajara; iría a presentar el proyecto en la Feria Internacional Inmobiliaria. Esto es, se le dio más importancia a una presentación en España que en nuestra ciudad.
La autoridad únicamente informaba lo que según su juicio consideraba que los ciudadanos debíamos conocer: que iba a generar empleo, que iba a detonar esa zona de la ciudad, que se construirían departamentos, un hotel y un centro comercial. También decía que a cambio de los 33 mil metros de terreno municipal, la empresa entregaría a la ciudad dos museos, un palacio de convenciones y áreas verdes; uno de los museos sería Panamericano y, lógicamente, tendría que estar listo para la justa continental.
Los argumentos de la autoridad también estaban anclados en otros proyectos que habría en la zona. Petersen decía que con la Presa de Arcediano se iba a construir un Jardín Botánico y que además estaría el Guggenheim. Cinco años después todos esos proyectos están sepultados.
Desde el anuncio de Puerta Guadalajara, la hemeroteca de este periódico registra un centenar de notas que desnudan las carencias del "proyecto". Para muestra un botón: la autoridad se percataba de que muy cerca de ahí está el Planetario y que sus condiciones eran deplorables: entonces se les ocurría que, en lugar de pedir un museo nuevo, los españoles arreglaran la construcción existente.
Después vinieron las acusaciones cruzadas por incumplimiento. La autoridad señalaba a la empresa y viceversa. Se llegó a publicar que la administración de Alfonso Petersen no entregó bitácoras ni planos autorizados (Mural, 30/01/2010).
Recientemente se dieron a conocer las dificultades económicas que sufre la empresa española y que le impedirían continuar con el proyecto. Para defender la continuidad, los promotores dicen que ya han tramitado créditos y que cuentan con nuevos socios (Mural, 25/05/2012).
En lo que ya parece una comedia de enredos, el Presidente Municipal declaró ayer que el "anonimato" con el que están actuando los nuevos socios mayoritarios es una violación al acuerdo de la concesión. Ramiro Hernández también dijo "No sabemos quién es la parte interesada, hay un enorme misterio que nos hace pensar que no están las cosas claras y que no sabemos a qué atenernos". La opacidad no es exclusiva del sector público.
Puerta Guadalajara generó muchas notas en los medios de comunicación, pero nunca hemos conocido el dato más importante: el tamaño del negocio. ¿A cuánto ascenderían las ganancias de este proyecto, una vez terminado y descontando el costo de los museos y otras obras de equipamiento urbano?
Si a final de cuentas se trata de un modelo de negocio en el que una compañía va a obtener utilidades, ¿no sería conveniente licitarlo para que lo hiciera la empresa con mayor solvencia y además obtener los mayores beneficios posibles para la ciudad?
Ante tanto manoseo, la actual administración ha determinado cancelar el "proyecto". Y hace bien. Además, debemos escarmentar y tomar este caso como ejemplo para en el futuro evitar las ocurrencias y hacer un manejo con el profesionalismo y la transparencia que este tipo de asociaciones público-privadas exige. La ciudad así lo merece.
rogelio_campos@yahoo.com
Twitter @camposrogelio
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