La semana pasada se llevó a cabo un "debate" entre Marcelo Ebrard, Emilio González Márquez y Enrique Peña Nieto. PRD, PAN y PRI gobiernan estas emblemáticas entidades. El DF es para el PRD la joya de la corona: el PRD no gobierna una entidad más importante que el DF. El mismo caso aplica para Jalisco -con relación al PAN- y para el Estado de México -con relación al PRI-. Además, el DF, Jalisco y el Estado de México -respectivamente- son bastiones electorales para estos partidos; son, en cada caso, la joya de sus coronas.
Contrario a lo que algunos dicen, para mí el debate resultó por demás interesante. No fue poco lo que reveló y sí de gran importancia. Empecemos por mencionar la reacción de los cibernautas que dejaron su comentario en el portal de esmas.com y que se pueden consultar en www2.esmas.com/noticierostelevisa/mexico/nacional/070558/decision-2009-los-partidos-gobierno. De la lectura de los comentarios se deduce un claro perdedor.
Una de las revelaciones que me causó gran impacto fue el momento en que Emilio González desmintió categórico a Ebrard. Marcelo le espetó que Jalisco ocupa -entre los Estados de la República- el lugar 14 en el Índice de Desarrollo Humano. Emilio reviró con una agilidad asombrosa y una seguridad monumental, y en fracciones de segundo volteó con su homólogo de la Ciudad de México y le dijo "NO". Fue tal la seguridad de González Márquez que el propio Ebrard le dijo "pues si no son el lugar 14, son el 13, pero después hablamos de eso". González Márquez también negó el supuesto décimo tercer lugar. La seguridad con que se manejó González Márquez la noche del 11 de junio hizo pensar a más de alguno que había ganado el debate.
González Márquez derrochó seguridad en sus aseveraciones; hasta ahí todo bien... el problema es que Ebrard tiene razón: en el Índice de Desarrollo Humano 2006-2007, Jalisco es el lugar 14 -no el 13 que en el regateo del jalisciense le había concedido el capitalino- y se puede consultar en la página web del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en México: www.undp.org.mx.
El acontecimiento es de la mayor relevancia y trascendencia. Solamente hay dos opciones: la primera es que el Gobernador de Jalisco no sabe de lo que le hablan, pero eso no demeritaría su seguridad ni la capacidad de negar los señalamientos que no le resultan favorables; la segunda opción es que sí tenga conocimiento y que valorando el señalamiento le resulte más importante "desmentir la verdad" o, lo que es lo mismo, mentir. Total, han pasado siete días y nadie se ha tomado la molestia de ver qué de lo expresado es cierto o falso. Los medios han dado su opinión del debate en términos sumamente superficiales y con esa actitud solamente se incentivan la apariencia, la ignorancia y la mentira.
Otro de los puntos que puso sobre la mesa el Gobernador de Jalisco fue el de la importancia que presta su gestión a la mujer. Vaya que hace falta, ya que Naciones Unidas establece que "los indicadores de participación política, laboral y económica sitúan a las mujeres del estado [Jalisco] en peor posición que el promedio nacional" (Indicadores de Desarrollo Humano y Género en México 2000-2005). No se entiende la asimetría entre el discurso gubernamental y la realidad jalisciense. La violencia -en todas sus modalidades- contra las mujeres es una constante en Jalisco. Ahí si ocupamos uno de los primeros lugares, el cuarto para ser más preciso.
De alguna manera, no dejan de tener razón quienes dicen que Emilio ganó el debate. Lo habría ganado porque no le espetaron el lugar que ocupa Jalisco en materia de competitividad (según el Instituto de la Competitividad), de contaminación (según el Instituto Nacional de Ecología), de industria manufacturera (según el INEGI), de respeto a los adolescentes (según la UNICEF), en indicadores de salud (según la Secretaría del ramo del Gobierno federal), el rezago social (según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), o la deuda (según la Secretaría de Hacienda). En estos rubros ya quisiéramos un décimo cuarto lugar -como el referido por Ebrard- que nos situaría en la media tabla, porque en la mayoría de los indicadores referidos y en varios más somos un Estado sotanero.
Emilio, más que ganador del debate, fue el ganón; lo fue porque no le echaron en cara estos indicadores y porque le permitieron leer los que llevaba en sus tarjetitas. No solamente ganó el debate, ganó el posdebate porque nadie se tomó la molestia de verificar si lo dicho correspondía más a la verdad que al desenfado y la sabrosura con la que se condujo.
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