Andamos tan extraviados, que pensamos que es algo similar al Día de la Madre. Conmemorar es hacer memoria y recuerdo, en este caso de la lucha de la mujer por su participación en igualdad. Esa memoria o recuerdo obligaría a hacer un recuento del estado que guarda esa lucha: de sus conquistas y de los retos que prevalecen. No estaría mal homenajear a los hombres y mujeres que han tomado de manera destacada la estafeta de la lucha por la participación de la mujer en igualdad.
Pero no, a las mujeres mexicanas les hemos venido dando gato por liebre. Simple y sencillamente no hay logros de su lucha por una participación en igualdad. Desde el poder (político, económico, religioso y mediático) se ha hecho todo por violar los derechos que tendrían que estar vigentes y se les han escatimado y escamoteado avances y nuevas conquistas. Parecería que la única lucha de las mujeres que se reconoce desde el poder es Lucha Villa o Doña Lucha, la de Bodega Aurrerá.
Tenemos un gran desprecio hacia la lucha por una participación en igualdad. Llega a tal grado el repudio que, a la vista de todos, ya hasta nos robamos el día. Nos olvidamos de la lucha y tramposamente transformamos ese día en el de la mujer. Cambiamos la conmemoración de su lucha, por el festejo de su realidad, de su situación desigual.
Para darnos de una idea de las condiciones de desigualdad que viven las mujeres mexicanas basta recurrir a la frialdad de los números. Existen por lo menos tres índices que miden la desigualdad de género.
Social Watch (www.socialwatch.org) es un conglomerado de organizaciones no gubernamentales que han construido un Índice de Equidad de Género. Para su versión 2012 estudiaron 155 países, ubicando a México en el lugar 79.
En 2011, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó el Índice de Desigualdad de Género (IDG) (http://hdr.undp.org/es/estadisticas/idg/). El IDG mide las condiciones de desigualdad en 146 países. México se ubica por debajo de la media tabla mundial: estamos en el lugar 79.
El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) elabora el Índice de Desigualdad de Género. En 2011 estudió 135 países y en ese ranking quedamos ubicados en el lugar 89. Cuando llegó al poder Felipe Calderón, el WEF ubicaba a México en el lugar 75. Durante la presente Administración bajamos 14 puntos.
Jalisco también es evaluado en desigualdad de género. En el 2000 el PNUD hizo un estudio a nivel nacional que nos ubicaba en el lugar 13 en cuanto a desarrollo relativo al género, donde el número uno es el menos desigual y el 32 el que tiene mayor desigualdad. Para el 2005 ya habíamos bajado al lugar 14.
Ni qué decir del Índice de Potenciación de Género. Ahí el número uno es el que ofrece mejores expectativas y el 32 el que ofrece las peores. En este caso, Jalisco se ubicaba en el lugar 23 en el año 2000, y cinco años más tarde, en el 26. Ambos datos (desarrollo y potenciación, están disponibles en http://www.undp.org.mx/desarrollohumano/genero/Doctos/IDHG%20RNTAE.pdf.
Los datos reflejan el pésimo lugar de México y Jalisco en materia de igualdad género. Vamos de mal en peor, y así lo demuestra la frialdad de los números que conforman estos análisis comparativos. Quizás esta sea la razón que nos obliga a evitar una conmemoración en toda la extensión de la palabra: no tenemos algo decente para decir, pero tampoco se advierte que exista la intención de comprometerse con el tema.
Lo que debemos hacer es conmemorar, reflexionar, aceptar y comprometernos con la igualdad de la mujer. En este contexto no caben las felicitaciones, a menos de que las felicitemos por ser tan desiguales. Tampoco vale llevarles flores, aunque tal vez en realidad estamos confundiendo el estado vegetativo en el que se encuentran sus derechos, con la muerte de los mismos, y entonces sea una ofrenda floral.
La degradación de nuestra sociedad se explica y pasa por no propiciar la igualdad de las mujeres.
rogelio_campos@yahoo.com
Twitter @camposrogelio
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