Existen múltiples evidencias que demuestran el fracaso monumental de nuestro paso por las aulas; solamente así se explica que nuestras autoridades no sepan siquiera sumar o que se enreden con sus propias cifras, pero también permite entender las razones por las que los ciudadanos en conjunto somos engañados con gran facilidad. Veamos algunos ejemplos.
En su más reciente visita a Guadalajara, en el marco de una comida que tuvo con empresarios, Felipe Calderón dijo: "Estamos ampliando la base de contribuyentes. Cuando yo entré a la Presidencia, había más o menos 17 millones de contribuyentes. Ahorita ya hay 32 millones". Vicente Fox o Felipe Calderón -en el mejor de los casos- pasaron matemáticas de panzazo, pues en el Sexto Informe del Gobierno foxista (2006) se menciona haber llegado a 21 millones de contribuyentes. Parece que uno de nuestros Presidentes, Fox o Calderón, "aprendió" que 17 es igual a 21.
Nuestros Presidentes son buenos para recitar cifras, pero incapaces para entenderlas o cuestionar las que les presentan sus colaboradores, y mucho menos para explicar las contradicciones de sus propios números. ¿Cómo entender que mientras más contribuyentes tenemos recaudamos menos? En 1990, según la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), recaudábamos el 11.4 por ciento del PIB con menos de 7 millones de contribuyentes, de acuerdo a cifras oficiales. Ahora se nos quiere presumir que supuestamente tenemos casi cinco veces más contribuyentes, pero, según la propia CEPAL, recaudamos 9.4 por ciento del PIB, es decir, ¡menos que en 1990!
Otro caso similar lo tenemos en las cifras de la pobreza. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en los últimos tres años se incrementó el número de pobres en México: ahora tenemos 3.2 millones más que en el 2008. En estos tres años la publicidad gubernamental y los discursos oficiales presumían que, como nunca antes, ahora se destinan chorros de dinero mediante programas sociales diseñados para combatir la pobreza. Tan interesante ecuación puede leerse de la siguiente forma: chorros de dinero para combatir la pobreza equivalen a cero.
También tenemos el caso del empleo. Se presume que México tiene la tasa de desempleo más baja de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), mientras que otros países desarrollados tienen una mucho más alta. México tiene una tasa de desempleo del 4.5 por ciento, mientras que en España casi se quintuplica: es del 23 por ciento. Estas cifras se nos exponen frecuentemente, pero a la vez nos ocultan las que nos permitirían entender algo que parece irracional: de la Población Económicamente Activa (empleados y desempleados) sólo 3 de cada 10 mexicanos tienen seguridad social, mientras que en España la cifra nos supera al doble (7.5 de cada 10).
El anterior problema se resuelve con un dato que el Gobierno mexicano excluye de la publicidad y los discursos: dos terceras partes de los ciudadanos que declaran estar ocupados o tener un empleo trabajan en la informalidad. Solamente 3 de cada 10 estarían en el sector formal.
El asunto es más grave: no sabemos agrupar o integrar los elementos para formar conjuntos y subconjuntos. A eso se debe que no seamos capaces de contar con un registro de vehículos, teléfonos móviles, casinos, espectaculares, etcétera. Ni siquiera sabemos con certeza la cantidad de homicidios y desapariciones. Es lo que nos pasa por no saber teoría de conjuntos.
Si el Gobierno fuera el maestro y los ciudadanos los alumnos, estaríamos frente a un "docente" que únicamente presenta fragmentos de la ecuación, nunca la visión completa, pero tampoco la explica y además se "brinca" el proceso de comprobación. En esta dinámica, es lógico y altamente probable que los resultados sean falsos y también que el maestro sea incapaz de resolver las ecuaciones que no sabe explicar.
No solamente los gobernantes pasaron de panzazo, también la ciudadanía, que escucha la retahíla de cifras sin entenderlas, sin comprobarlas, sin cuestionarlas.
rogelio_campos@yahoo.com
twitter @camposrogelio
No hay comentarios:
Publicar un comentario