Particularmente pensamos en los de la película "Están todos bien" (1990), coproducción italo-francesa dirigida por Giuseppe Tornatore (el de Cinema Paradiso), con música de Ennio Morricone. En la película, Matteo Scuro (Marcello Mastroianni) es un siciliano, viudo y jubilado que nunca recibe visitas de sus cinco hijos, y entonces él decide ir a verlos.
Viaja a Nápoles para visitar a Álvaro, pero no lo encuentra porque está de viaje. Algo similar les pasará a nuestros visitantes, porque muchos tapatíos tomarán vacaciones, aprovechando la suspensión de clases y los precios de temporada baja; muy extraño que hayan preferido irse y no quedarse a la megafiesta de postín.
Después, Matteo va a Roma en busca de Caiano, que -según sabe- tiene un brillante futuro político, pero descubre que solamente es un modesto funcionario del partido. Igual que nuestro Gobernador: quería ser candidato y se montó en la promoción de los Juegos; al no conseguirlo se tuvo que conformar con ser el "organizador" de la "fiesta", actividad que le ha impedido ejercer como Gobernador. ¿Una muestra? Jova sólo le preocupó si afectaba los Juegos, y ni se inmutó por los daños a los "hermanos" de la zona costera.
Nuestros visitantes encontrarán muchos "Caianos" (funcionarios en las graderías de los estadios), haciendo creer que tienen un brillante futuro político, pero sus capacidades y logros los muestran como lo que son: modestos burócratas al servicio de intereses partidistas.
Matteo prosigue su viaje y llega a Florencia para encontrarse con Tosca, quien le ha dicho que era una gran actriz, pero es sólo una modelo que posa en ropa interior. Igualito que la experiencia tapatía: gastarán 23 millones de dólares en la inauguración y clausura (El Informador, 24/08/11) y los Juegos tendrán vestidos de gran actriz. Pero eso contrasta con lo que se recaudará: 5 millones de dólares por la venta de los boletos del total de competencias y ceremonias
(Mural, 28/04/11), lo cual, comparativamente con los 23 millones, apenas alcanza para la ropa interior.
El viaje continúa y Matteo está en Milán para ver a Guglielmo, un brillante compositor... que resulta ser un vulgar músico insatisfecho con su trabajo. Similar a la Guadalajara que se anuncia brillante, pero asoma por todos lados las costuras y, al igual que Guglielmo, su insatisfacción.
Finalmente, para reunirse con Norma, Matteo viaja a Turín. Él cree que la hija forma parte de una importante compañía, pero sólo es una telefonista que se encuentra en crisis matrimonial. Como algunos jaliscienses de buena fe (incluidos varios medios) que han decidido "dar la mejor cara". Así como Norma sabe que su matrimonio no funciona, estos jaliscienses están conscientes de las trapacerías, remiendos y arreglos de utilería, pero han decidido callar para no empeorar la imagen ante la visita.
Pero las visitas no son tontas y terminan enterándose de la crisis y el caos formidable que se ha incubado. Como en el Estadio de Atletismo, donde la falta de aditamentos y arreglos provocó la ira de César Moreno Bravo, delegado técnico de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, quien reclamó que los atletas ni siquiera pueden entrenar (Excelsior, 12/10/11).
El periplo de Matteo ha sido una decepción tras otra: se entera de que sus hijos no le cuentan la verdad de sus vidas y le venden una imagen de éxito ajena a la realidad... algo muy parecido a decir que estos serán los mejores Juegos de la historia.
Cuando vuelve a Sicilia, Matteo visita la tumba de su esposa y sólo pronuncia las tres palabras que dan origen al título de la película... y bien podrían ser las mismas que, al referirse a los jaliscienses y "sus" Juegos, expresen nuestros visitantes cuando regresen a casa: "Están todos bien".
twitter@camposrogelio
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