La discusión gira en torno a temas que por su alcance son irrisorios: si se le baja un punto al IVA o si se aumentan siete pesos a la cajetilla de cigarros... de ese tamaño son nuestras aspiraciones y nuestra clase gobernante.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) documentó recientemente (2010) que nuestra recaudación fiscal es la peor del continente americano.
Como porcentaje en relación al PIB, Brasil recauda el 35.5; Argentina, 30.6; Cuba, 25.2; Uruguay, 23.3; Costa Rica, 23.1; Bolivia y Nicaragua, 21.7; Chile, 20.9; Colombia, 18.4; Perú, 17.4; Ecuador y Panamá, 16.5; Honduras, 15.9; República Dominicana, 15; El Salvador, 14.6; Venezuela, 14.2; Paraguay, 13.7; Guatemala, 11.6; Haití, 9.5 y nuestro País el 9.4 por ciento.
La propia CEPAL (dependiente de la ONU) ha señalado que México -de facto- es un paraíso fiscal. Recaudamos la mitad del promedio de los países de América Latina (18.7 por ciento), y nos va peor si nos comparamos con los países del Caribe: obtenemos poco más de un tercio del promedio de los países de esa región.
No es algo novedoso: desde hace tiempo recaudamos muy poco, pero hemos venido empeorando. En 1990 recolectábamos el 11.4 por ciento del PIB. En estos 20 años prácticamente todos los países de la región aumentaron su recaudación; algunos, como Argentina y Colombia, la duplicaron, y otros como Bolivia y Nicaragua la triplicaron.
Prácticamente todos los países de la región tuvieron incrementos considerables; los pocos casos con incrementos pequeños se explican porque ya lograban altos porcentajes desde hace dos décadas. En estos 20 años, solamente dos países reportan un descenso: México y Venezuela.
Si en algo somos bananeros es en materia del cobro de impuestos. Si recaudamos muy poco, lógicamente no hay recursos para obras, programas y atención de necesidades públicas.
Nos hemos acostumbrado a ser un paraíso fiscal, deberían ser más las voces de intelectuales, líderes empresariales, periodistas y políticos que le pusieran el cascabel al gato: debemos recaudar urgentemente -por lo menos- el promedio de la región.
Pero esas voces que están ausentes de la discusión importante, recaudar más, se hacen presentes cuando se trata de justificar soluciones limitadas, chafas y parciales: defienden el seguro popular, el programa oportunidades, el Macrobús, etcétera.
Imaginemos por un momento que México recauda el doble: apenas estaríamos al nivel de Colombia y en el promedio de América Latina. Ahora imaginemos que obtuviéramos el triple: superaríamos ligeramente a Cuba y estaríamos por debajo del promedio de los países del Caribe y de Argentina. Por último, imaginemos que lográramos el cuádruple: estaríamos al nivel de Brasil.
Si esos países han podido duplicar o triplicar su recaudación, nosotros también podemos hacerlo. No lo han hecho creando más impuestos, lo han conseguido porque -como en la perinola- todos ponen.
No vamos a llegar a esos niveles de recaudación aumentando dos o cinco puntos al IVA, tampoco aumentando el precio de la cajetilla de cigarros. La única forma de conseguirlo es muy sencilla: que todos paguen. Adelanto que si todos los informales pagaran, no llegaríamos más allá del 14 por ciento, y recordemos que la meta es mucho más alta, como alto es el segmento que nos tiene sumidos como país bananero en términos fiscales.
Ahora imaginemos lo que se podría hacer con esos niveles de recaudación. No estoy seguro de que estuviéramos de acuerdo en los proyectos, pero lo que sí podría pasar es que sustituyéramos a la clase política por otra que no se resigne a solamente ser tapadera de la evasión (o la elusión); porque la clase política está resignada a administrar los problemas, no a resolverlos.
Con esos niveles de recaudación, dejaríamos de ser un país bananero en términos de recaudación fiscal, y en un lapso de 20 años abandonaríamos nuestra condición de solamente estar discutiendo sobre lo que se puede hacer con la propina, con la morralla.
rogelio_campos@yahoo.com
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