martes, 3 de noviembre de 2009

Sueños jaliscienses

La palabra sueño -según el Diccionario de la Real Academia Española, RAE- tiene varios significados. Uno de ellos se refiere a un anhelo, una ilusión halagüeña, una aspiración o un deseo por cumplirse. En ese sentido, no son pocos los sueños colectivos que nos han vendido a los jaliscienses: una obra monumental para festejar el milenio, una de infraestructura para garantizar el abasto de agua, un museo de clase mundial, una serie de pasos a desnivel para desahogar el pesado tráfico, un teatro para la ciudad, un tren suburbano, un macrolibramiento y una larga lista de anhelos, ilusiones y aspiraciones.

Pero los sueños, en Jalisco, se han plegado a otras acepciones del término. Los sueños -también- son cosas que carecen de realidad o fundamento; en especial, proyectos, deseos, esperanzas sin probabilidad de realizarse. Bajo esta óptica, los ejemplos son abundantes.

En 1999 se nos dijo que los Arcos del Milenio eran "el impulso que necesitaba Guadalajara para fortalecer su imagen urbana"; que "la obra se terminaría en diciembre de 1999". Pronto habrán pasado 10 años desde la fecha en que se prometió su terminación... y contando. También se dijo que los arcos costarían 12 millones de pesos. Al día de hoy, se han gastado 70 millones y todavía faltan los dos arcos más grandes. La obra -si es que se termina algún día- costará por lo menos 10 veces más de lo presupuestado.

Una historia parecida es la del Teatro de la Ciudad. En 1999 se anunciaba la compra del Cine Variedades y se dijo que la remodelación costaría 42 millones de pesos. Dos años después se dijo que costaría 76 millones, y a 10 años de iniciado el proyecto -después de una cantidad no especificada de dinero gastado en la obra- se anunciaba que hacían falta 80 millones más para concluirlo. Hoy, el resultado provisional es muy distinto al proyecto ofrecido.

La misma suerte siguió la Presa de Arcediano. Los costos que se presupuestaron cuando se proyectó -al inicio del nuevo milenio- se dispararon exponencialmente. Esta semana -ocho años después- se ha anunciado, después de una cantidad muy importante de recursos de todo tipo gastados, que el proyecto no se realizará.

Esta semana también fue el marco para enterrar otro de esos magnos proyectos que cambiarían la imagen de la ciudad: el Museo Guggenheim. Lo que se anunció con bombo y platillo ha desembocado en ser otro de los sueños jaliscienses: algo que careció de fundamento, un proyecto sin posibilidad de realizarse. Nunca se dijo de dónde provendrían los 300 millones de dólares que se necesitaban para levantar el museo.

El esquema se repite en la fallida Villa Panamericana que sería edificada en los alrededores del Parque Morelos. Proyectos presentados con gran estruendo que luego fueron desestimados con la mayor facilidad; danza de cifras -para el financiamiento- que no se da ni en el regateo de los tianguis del Caribe, Centroamérica o El Cairo. Un estadio cuya ubicación se saca de la manga y se negocia por la autoridad con reglas similares a las de los beduinos o a las que rigen en los usos y costumbres indígenas. Todas estas acciones son desarrolladas por la autoridad esperando que los ciudadanos estemos "entre sueños": dormitando, a medio dormir.

¿Dónde están -por lo menos iniciadas- las nuevas autopistas, la ampliación y extensión de las avenidas, trazado de nuevas calles, ampliación y extensión de la red subterránea, remodelación y extensión de trenes urbanos y tantas otras obras ofrecidas por el -antes entusiasta y hoy beligerante- doctor Carlos Andrade Garín para la realización de los Juegos Panamericanos? Están durmiendo el sueño de los justos, en el mismo lugar en que se encuentra el proyecto del macrolibramiento y el del tren suburbano. Muchos de estos proyectos han pasado a mejor vida: al sueño eterno.

El diccionario de la Real Academia Española también registra una expresión coloquial -aplicable a lo que viene pasando en Jalisco- "el sueño de la liebre", se refiere a estar fingiendo, disimulando. Quizás es lo que ha sucedido con la atención de las necesidades y la solución de los problemas: se finge y se disimula.

Así son los sueños, los sueños jaliscienses.

rogelio_campos@yahoo.com

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