Faltan 100 días para que se conozca quién será el próximo Presidente estadounidense. Desde el inicio de los procesos intrapartidarios, la figura de Barack Obama ha crecido como bola de nieve. El fenómeno ha generado lo que hoy se conoce como Obamanía, y parece destinado a seguir escribiendo páginas de la historia mundial.
El virtual candidato de los demócratas se impuso al binomio Clinton. La fuerza que lo ha respaldado se caracteriza por la consistencia de un apoyo popular inusitado que lo llevó a recaudar por Internet fondos suficientes para su campaña interna. Obama no es propiamente un fenómeno mediático, como algunos quieren limitarlo. Tampoco se explica sin la crisis que atraviesa la Unión Americana: crisis estructural, más que coyuntural.
El éxito de Obama encuentra explicación en factores como haber despertado el interés de un segmento del electorado tradicionalmente apático y olvidado: la juventud. Los jóvenes estadounidenses no encuentran elementos de orgullo nacional en un mundo que habla el lenguaje de la competitividad, del calentamiento global y de los grandes problemas del Siglo 21. El discurso de Obama no apela a la superioridad, mucho menos a la soberbia; al contrario, es un discurso más bien humilde, fresco y flexible. La figura de Obama refuerza su mensaje.
Hace algunos meses, los editorialistas de MURAL tuvimos la oportunidad de conversar con el Doctor George W. Grayson, especialista en temas de Gobierno. En esa reunión, Grayson se expresaba de Obama como "el rayito de esperanza" de los estadounidenses, equiparándolo a AMLO y tratando de enfatizar la falta de consistencia del discurso del entonces precandidato demócrata. Grayson veía todos los inconvenientes que tendría Obama en esa carrera... inconvenientes que el virtual candidato ha superado o que solamente existían en la imaginación de quienes veíamos invencible el statu quo. La visión de Grayson sobre diversos temas, incluido México, contrasta de manera formidable con la de Obama, tanto como la edad de ambos personajes. Lo cierto es que Obama, más que guiarse por la historia, está haciéndola.
Barack domina las encuestas. Aunque la diferencia con John McCain es mínima, no debemos olvidar que se trata de una elección indirecta. Si atendemos los estudios de opinión que arrojan resultados por Estado, y si hoy fueran las elecciones, Obama sería el ganador por un margen considerable. Tampoco debemos pasar por alto el factor Bob Barr, candidato del Partido Libertario, que solamente podría "robarle" votos a McCain.
El candidato republicano la tiene difícil. Debe sobreponerse a la gestión de Bush, quien se ubica en niveles históricos de (anti)popularidad. Además, debe enfrentar el hartazgo del pueblo estadounidense por las guerras en Iraq y Afganistán, el alza en los precios de la gasolina y la recesión económica. Nada fácil.
La situación se agrava para McCain si consideramos que una parte de la opinión pública empieza a atribuir la dolorosa y cotidiana alza en el precio de la gasolina a la famosa "Laguna Legal Enron", hecha a la medida de esa empresa y que permite la especulación en el mercado de futuros. El punto crítico es que el autor de esta cláusula es Phil Graham, principal asesor económico de McCain. Por si lo anterior fuera poco, McCain no es considerado al interior de su partido como un republicano de hueso colorado.
Pero volvamos al personaje de la semana, el que recién protagonizó un suceso histórico ante la Columna de la Victoria en Berlín. Las imágenes del precandidato demócrata en tierras alemanas son indescriptibles. Más de 100 mil personas congregadas para escucharlo, para interrumpirlo constantemente con aplausos después de cada frase. El suceso dejó fríos a los republicanos. Lo único que pudieron decir fue: "lo bueno es que esos no votan".
Las comparaciones con Kennedy no se hicieron esperar. La diferencia es que Obama apenas es candidato virtual. Su mensaje es sencillo y con gestos de humildad, planteando algo más que el discurso al que nos tenía acostumbrados la superpotencia. La recepción, el discurso, la ovación, la multitud, el lugar... vaya fenómeno difícil de explicar. Por si fuera poco, al día siguiente el Mandatario francés Nicolas Sarkozy dijo haber tenido una conversación "apasionante" con Obama.
Lo de Obama va más allá del carisma racial; la mayoría de sus voluntarios (como la multitud en Berlín) no son afroamericanos. También va más allá de un mero fenómeno mediático. La explicación de lo que está sucediendo con este personaje pasa por un sistema mundial que está colapsado, atenta contra el medio ambiente y es insensible a los flujos migratorios y a las necesidades elementales de la población. Obama lo ha entendido, y en ese sentido fueron sus planteamientos en Berlín.
El mundo requiere de que la nación estadounidense se reactive y que replantee sus políticas. En eso Grayson tiene razón: Obama encarna la esperanza de que pueda suceder.
No ha ganado la Presidencia y está por verse si el extraordinario candidato puede ser un Presidente fuera de serie. La historia se escribe cada día y por lo pronto podemos apreciar la diferencia entre el actual Presidente de Estados Unidos y este virtual candidato. Mientras Bush va al extranjero y es abusheado, Obama va al corazón de Europa y es obamado.
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