"La violencia 1990-2009" es el tema central de la revista Nexos, en su edición de septiembre. Fernando Escalante publica el artículo "Homicidios 1990-2007", en el que documenta la disminución considerable de homicidios en México en esos 18 años. El artículo es presentado como un hallazgo que demuestra que México hoy es menos violento que hace tres lustros, y atribuye a los medios de comunicación que el País -en la actualidad- se proyecte más violento que nunca.
El texto ha sido retomado por destacados periodistas e intelectuales, en el mismo sentido: hay menos crímenes, pero los medios se han encargado de reflejar una situación contraria a los hechos. Sin embargo, el texto tiene algunas inconsistencias que deben abordarse.
El INEGI es la fuente de consulta de Escalante. En la categoría de "Muertes Accidentales y Violentas" se encuentran los homicidios, pero también los accidentes y los suicidios. Los homicidios descendieron de 14 mil 520 en 1990 a 8 mil 507 en el 2007, pero los suicidios aumentaron de mil 941 a 4 mil 395.
Algo revelador -y que Escalante no consigna ni contabiliza- es la inclusión, a partir del 2004, en dicha categoría, de las "muertes en operaciones legales y de guerra" (sí, de guerra). La sola inclusión de esta categoría habla de otros niveles de violencia. Este subtipo no existía antes del 2004, y en cuatro años contabilizó 206 casos.
Algo que parece increíble es que también en esa categoría aparece otro subtipo -que Escalante tampoco considera ni registra- denominado "Se ignora". Nadie sabe si los casos registrados bajo este subtipo fueron consecuencia de un accidente, de homicidio, de suicidio o de operaciones legales y de guerra. Hay que preguntarse el estado de los cuerpos o cuestionar la muy deficiente capacidad de las autoridades para no poder encasillar una muerte en alguno de los otros subtipos. Lo alarmante es que estos casos representan -según el año- entre un 17 y un 32 por ciento de la cantidad registrada como homicidios, y no muestran un patrón de disminución en el período estudiado.
El texto tampoco considera los heridos por actos criminales. No es necesario morir para convertirse en estadística de la violencia.
Otra inconsistencia radica en no considerar la enorme migración de mexicanos. Al obtener la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes y considerar que todos los registrados siguen viviendo en México se obtiene un número mayor -y ficticio- de habitantes, y por tanto una tasa menor.
La mayor inconsistencia de la presentación del trabajo y de parte del trabajo mismo radica en la pretensión de equiparar violencia a homicidios. Si bien los homicidios son manifestaciones de la violencia, no son -ni por mucho- las únicas. México vive -y así sienten sus habitantes- un ambiente violento. Los homicidios son consecuencia de ese ambiente propicio; no es necesariamente al revés.
Los científicos han tratado de medir la violencia aplicando una metodología. Un caso representativo es el Índice Global de Paz, elaborado por el Institute for Economics and Peace junto a un panel internacional de expertos provenientes de institutos para la paz y think tanks, además del Centre for Peace and Conflict Studies de la Universidad de Sydney, con datos procesados por la Economist Intelligence Unit.
El estudio evalúa 144 países, y en el 2007 ubicó a México en el lugar 79; en el 2008 en el 93 y en el 2009 en el 108. Se consideran 24 indicadores, y no figura el tratamiento que los medios dan al tema de la violencia. Los homicidios intencionales solamente representan uno de esos indicadores, pero encontramos otros, como respeto a los derechos humanos, nivel de criminalidad violenta, inestabilidad política, nivel de desconfianza en otros ciudadanos.
Como todo índice, recibió críticas: en el sentido de no considerar indicadores específicos de violencia contra las mujeres y los niños... si los hubieran considerado, podemos estar seguros que no habría mejorado nuestra posición.
Según el estudio, la paz tiene correlación con los niveles de ingresos, educativos, de integración regional, de transparencia y de corrupción; con la funcionalidad del Gobierno y con el PIB per cápita. Me quedo con esta visión, más amplia y más profunda, que explica al México violento.
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