sábado, 20 de septiembre de 2008

Palos de ciego (2) (II)

Segunda y última parte

La semana pasada referí que el aumento de 40 por ciento propuesto por el Presidente de la República en el rubro de seguridad pública sonaba a una propuesta electorera y desesperada. En el transcurso de esta semana el problema de seguridad se agravó. Hemos dado un salto cuántico en éste ya de por sí grave problema.

La incongruencia de Felipe Calderón ante el tema presupuestal en materia de seguridad refleja un Calderón -el opositor- que regateó este tipo de medidas; y otro Calderón -el Presidente- que pide sacrificar otros rubros y demanda un apoyo irrestricto, incondicional.

El pretendido aumento implicaría que hay un modelo a seguir, que está siendo exitoso. Falso. También llevaría implícito que hay un acuerdo en que los responsables en la materia son confiables. Falso también. Antes de los lamentables acontecimientos de Morelia, la atención estaba centrada en la enorme duda que generó la detención de una agente federal presuntamente involucrada en el secuestro -el caso Martí- que a su vez atraía toda la atención y catalizaba la preocupación e indignación de la sociedad mexicana en materia de seguridad.

El Presidente pide fe ciega en un modelo que no termina de quedar claro. Es más, no se sabe a ciencia cierta si existe o no. Pide que "a ojos cerrados" tengamos confianza en los responsables. Exige que no haya miramientos en apoyar una guerra cuya lógica no acabamos de entender, y es que conforme nos repite que vamos a ganar o que vamos ganando, los sucesos cada vez son más espeluznantes e inéditos.

Fe ciega, ojos cerrados y no tener miramientos tienen el común denominador de la ceguera. En ese contexto, los palos de ciego que da el Gobierno tienen una explicación lógica.

Antes de asumir la Presidencia, Felipe Calderón se comprometió a realizar o iniciar 100 acciones -incluidas las que tienen que ver con la inseguridad- en los primeros 100 días de su Gobierno. El espacio no da para enumerarlas, pero no hay más que dos opciones: o las acciones no se han cumplido, o si se han cumplido no solamente son insuficientes, sino que han avivado el fuego de la inseguridad y acrecentado la desconfianza hacia los responsables de estas áreas. En ese sentido se han venido expresando periodistas y analistas.

Como consecuencia de la detonación de granadas, la reacción del Presidente podría considerarse lógica. Apela a la unidad, el problema es que -no se puede tapar el sol con un dedo- no tenemos un País unido. La enjundia presidencial para obtener cohesión social ante este suceso no se percibe en otros aspectos de la vida nacional. Paradójicamente, son los otros aspectos los que nos tienen divididos.

En otros casos, como el español, la unidad frente al terrorismo surgió de la base, espontánea, y ha borrado protagonismos. En México el Presidente quiere echarse al País al hombro, encabezando, protagonizando la pretendida unidad, queriendo que trasmine en el tejido social.

Lo desafortunado del discurso es mezclar los temas de policía con los temas políticos. Pareciera que hay más miedo a que los partidos capitalicen la tragedia. Pareciera que el repudio al atentado es de la misma medida que una -posible- recriminación de analistas. Curarse en salud.

No se puede pedir lo que no se estuvo dispuesto a dar. No se puede olvidar el origen de las autoridades en turno. No se puede pedir unidad y de manera encubierta pretender ganar legitimidad. No se puede esperar que nuevamente asombre la llegada de miles de efectivos, ¿pues dónde andaban? Nos habían dicho que ya habían llegado a esas tierras, pero no nos dijeron cuándo se retiraron. No se puede pedir confianza en la medicina que no alivia, que agrava.

Cada semana caen capos, y según las autoridades -y no pocos medios que lo replican tal cual- todos son importantísimos. ¿Cuántos hay?, ¿dónde está la lista de los más buscados, que nos permita contrastar que los que caen efectivamente son importantísimos? Son miles los detenidos: ¿dónde los recluyen, hay espacio suficiente, qué medidas se han tomado en los lugares donde están?

No hay enemigo visible. La ceguera total. El Presidente es el lazarillo que nos guía. Debemos creer que nos lleva en buen sentido. No hay idea de los recursos ni del tiempo que nos llevará; debemos conformarnos con "muchas vidas, mucho dinero, muchos años".

Estamos inmersos en la mayor crisis de seguridad en la historia del México moderno... y contando. Del Presidente del Empleo nadie se acuerda, ahora debemos conformarnos con que se combata el crimen. La prioridad cambió. Error monumental de diagnóstico y de operación. También cambió "el peligro para México". Ahora lo encontramos en algo que nunca se dijo en las campañas presidenciales que motivaron desunión y crispación.

No estaría mal que recurriéramos al Señor Álos, el antípoda de Solá. Quizás él pueda encontrar la forma de unirnos de una manera más eficaz que el actual discurso presidencial. La otra opción implica humildad, sacrificio, transparencia, rendición de cuentas y trabajo. La opción está en atender -de verdad- los asuntos que reflejan un México dividido. Esto no se logrará "sacrificando otros rubros en el presupuesto".

El problema de seguridad es sintomático de otros tantos. Se requiere que las autoridades dejen atrás los palos de ciego, que abandonemos la invitación a continuar con la ceguera. Se requiere ver todos los problemas y atenderlos.

rogelio_campos@yahoo.com

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