"¿A quién le aplicamos el peso de la ley? ¿Quién es responsable de que el 80 por ciento de las aguas de Jalisco estén contaminadas?". Estas preguntas las formuló en público Emilio González Márquez al referirse al alto grado de contaminación del Río Santiago. Con esto, González Márquez contribuye a cerrar el círculo que llevó al PAN al poder.
Lejos quedaron los tiempos en los que el discurso panista encontraba culpables. Siempre eran los mismos: el PRI y el mal Gobierno. Dos culpables que en realidad eran uno solo. Los panistas llegaban a esta conclusión con rapidez y contundencia, sin necesidad de compartir sus reflexiones expresadas en forma de preguntas.
Ahora que el PAN ha venido ejerciendo el poder en Jalisco y a nivel nacional, la culpa de "lo malo" ya no es nada más del Gobierno. Con el arribo del PAN al poder sí ha habido cambios: uno de ellos es que ahora la culpa se comparte y la responsabilidad se diluye.
También quedaron lejos los tiempos en los que los panistas argumentaban con claridad, autoridad moral y contundencia que lo malo que sucedía en el país era culpa del PRI y que lo bueno era consecuencia del esfuerzo de la sociedad, que a pesar del pésimo Gobierno que tenía era capaz de generar los activos de México.
Ahora, el enemigo acérrimo se ha convertido en el principal aliado del Gobierno panista en el ámbito federal. Como ya no se puede culpar al aliado, hay que repartir la culpa entre todos. Esa sociedad benevolente y paciente frente al mal Gobierno del pasado ha pasado a ser corresponsable de los males que nos aquejan.
Cuando el PAN era Oposición, la sociedad en su conjunto ya ensuciaba las aguas. No es que ahora se ensucien y antes no. Lo extraño es que el PAN fuera tan ingenuo como para no saberlo. Si lo sabía, estamos hablando de un partido extremadamente astuto para no decirlo de manera oportuna. Incriminar a la sociedad en ese momento no era rentable... habrá que ver si ahora lo es, por más verdad que contengan los señalamientos del Gobernador.
Emilio no es el único que se inscribe en esta nueva moda. En Chicago, el Presidente Felipe Calderón les solicitó consejo, ayuda y orientación a las organizaciones de migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos. Según Calderón, con estos insumos el Gobierno federal podría "definir y enfocar la política a emprender para la defensa de los trabajadores mexicanos que viven allá". Los defensores de los nuevos Gobiernos pueden argumentar a su favor que son tan democráticos que recurren a la planeación participativa. Sin embargo, los críticos podrían argumentar ignorancia.
Si Emilio tiene razón y la culpa de contaminar es de todos, por consecuencia todos somos culpables o responsables de problemas similares. Lo que no se puede negar es que si lo somos, no es de ahora. Lo que sí se puede reprochar es que el PAN no lo haya dicho oportunamente, por dolo o por ignorancia.
Si bien todos contaminamos, hay quienes contaminan, en cantidad y en calidad, más que otros. Por tanto, de ese tamaño debe ser la responsabilidad. No todos somos responsables en la misma medida.
Lo que parece olvidar la autoridad es que los usuarios del agua pagamos una cuota por saneamiento. Como el Gobierno plantea con interrogantes estas situaciones, aquí van las siguientes: ¿los que la pagan son responsables de que no se apliquen esos recursos debidamente? ¿Los industriales que tienen plantas de tratamiento -que son la excepción- son igualmente responsables que los omisos en este ámbito? ¿Por consumir de buena fe productos de industrias contaminantes somos igualmente responsables que quienes abusan de nuestra buena fe?
Más preguntas: ¿los consumidores contamos con elementos suficientes para castigar -no comprando sus productos- a las industrias contaminantes? ¿Los empresarios ejercen la transparencia del origen de sus materias primas y de sus procesos de la misma manera que exigen transparencia al Gobierno? ¿A qué niveles caería nuestra precaria competitividad si los industriales evitaran o pagaran el daño al medio ambiente?
Los actuales Gobiernos olvidan el origen de su autoridad: la representación. Elegimos representantes para que mantengan saneados los ríos, lagos y mares. Para que mantengan a raya a los industriales y demás personas que contaminan. Si bien todos fuéramos culpables, no podemos solucionar los problemas sin la autoridad; pero la autoridad no ha venido haciendo su tarea en este rubro.
Ahora resulta que la democracia se entiende como la repartición de culpas y responsabilidades. Si antes vivíamos en un régimen autoritario, el culpable era el Gobierno. Ahora que -supuestamente- vivimos en democracia, las culpas deben compartirse.
Para atenuar este discurso, inmediatamente se recurrió al caballito de batalla: el PRI. Todavía es rentable el fantasma del pasado. El PRI habría obstaculizado el célebre crédito japonés con el que se pretendía sanear las aguas.
De lo que no se acuerda el PAN es de haber incurrido en conductas similares en la primera mitad de los noventa. En aquel entonces manifestaron su oposición y resistencia (con éxito) a medidas que pretendían garantizar abasto y saneamiento. Tampoco se acuerdan, ni mucho menos comparan -porque no les conviene- la cantidad de plantas de tratamiento construidas antes y después de su arribo al poder. Es el mismo caso -en otro ámbito- de su oposición a los retenes, práctica que hoy despliegan con singular alegría.
El círculo se ha venido cerrando. Tuvieron que pasar muchos años para que confesaran lo que muchos sabíamos: ni todo lo malo ni todo lo bueno es culpa de un solo partido; el reconocimiento a la importancia de la sociedad es el principio y la base para el ejercicio responsable del Gobierno. En lo que se están equivocando Gobierno y Oposición es en la forma: se inicia reconociendo los errores propios y haciendo un balance medible y comparable entre lo que se hacía antes y ahora... y en proponer algo mejor que la simple suma del pasado y el presente.
rogelio_campos@yahoo.com
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