"Fusible" es un término que no solamente se utiliza en cuestiones eléctricas. En Francia es comúnmente utilizado para referirse a los Ministros, incluido el Primer Ministro. Al igual que los fusibles eléctricos, la función de los fusibles políticos es proteger un aparato o una instalación.
Ante una descarga o inestabilidad del suministro eléctrico, el fusible se funde; esa es su función, evitar un daño mayor. En política sería igual: los fusibles son los funcionarios que renuncian para evitar un daño mayor al aparato gubernamental o al sistema político.
En México hemos llegado a tal punto que hasta este tipo de cuestiones elementales se han perdido. Aquí los fusibles se han vuelto inmunes al sobrecalentamiento de la corriente política. De pronto pareciera que la presión social y el ejercicio periodístico los pone al rojo vivo y que están a punto de fundirse, pero una vez que la intensidad de la carga baja, vuelven a su temperatura normal y, lejos de debilitarse, pareciera que los cambios de temperatura los van templando.
Si usted tiene duda de lo anterior, basta con voltear a Tonalá. En cualquier otra parte del mundo occidental, un funcionario con ese tipo de señalamientos ya no estaría despachando, y mucho menos rindiendo sonriente su Informe de Gobierno. Otro caso similar es el del "Góber Precioso", quien después de la memorable actuación de la Corte ha pasado de ser el héroe de la película de Kamel Nacif a ser héroe de mil batallas.
Otra causa por la que los fusibles han dejado de serlo es porque los titulares de los Poderes Ejecutivos han decidido prescindir de ellos. En aras de la popularidad, el Presidente y los Gobernadores se quieren aventar todos los trompos a la uña, solitos y sin ayuda. Entre mayor cantidad de apariciones en los medios, mejor; no importa si eso lleva al riesgo de tomar los cables de alta tensión de manera directa.
Al parecer, lo que se les olvida a nuestros políticos es que con el cese de una persona, más allá del daño al funcionario -que al parecer se quiere evitar a toda costa- está evitándose un daño al andamiaje institucional y se está defendiendo la credibilidad de las instituciones. Pero hoy en día nadie quiere ser fusible. Al no querer serlo, son los propios funcionarios quienes ponen en riesgo las instituciones, al igual que usted o yo pondríamos en riesgo una PC o un televisor si no usamos regulador.
Puedo imaginar que alguien no utilice fusibles o reguladores en algunos casos: cuando el aparato es lo suficientemente viejo o disfuncional como para que deje de ser importante si se llega o no a estropear; igual ocurre si no se aprecia el costo del aparato o no se tiene idea de lo que puede llegar a costar sustituirlo; o de plano si a alguien le gusta correr riesgos innecesarios, aunque también podría tratarse de la mezcla de dos o más de estos factores.
Los políticos han renunciado voluntariamente a ser fusibles, y lo han hecho porque han renunciado a ser políticos. Han optado por ser burócratas: cobran el Día del Servidor Público, demandan y se amparan si son despedidos, entre otras situaciones que solamente tienen aplicación para un burócrata, no para un político. Mucho se criticó el régimen político del México autoritario, pero estas distorsiones y perversiones han alcanzado un grado de estridencia tal, que obligan a cuestionarse con seriedad si se trata de mejores prácticas a las del pasado condenable.
La explicación a este fenómeno podría ser la siguiente: los políticos han sido sustituidos por burócratas; al no haber políticos, no hay fusibles para el andamiaje institucional, mismo que está recibiendo las descargas y variables de energía que lo tienen colapsado.
Pero... ¿entonces, a quiénes está sirviendo la clase dirigente que se encuentra al frente de las instituciones? Estaría sirviendo a los factores reales de poder. En esos ámbitos, el negocio siempre está floreciente: se expiden permisos, se cambian usos de suelo, se entregan donativos gubernamentales, se barbea, se permiten actos ilícitos a los ojos de todos y a plena luz del día.
Para esos intereses, los actuales dirigentes sí están sirviendo de fusible. Los que se queman son los funcionarios, sobre ellos cae el descrédito y los señalamientos, todo esto a cambio de una minipropina (considerando el monto de los negocios). Los que obtienen la verdadera ganancia, sirviéndose de la truculencia gubernamental, son señorones, y son tratados como tales. Total, las ganancias obtenidas les permitirán seguir financiando a un creciente lumpen político dispuesto a todo. Entre más crezca ese lumpen, menor será el costo de conseguir sus servicios.
A diferencia de la política, donde se requieren ciertas habilidades y valores para ejercerla, desde el mundo de los negocios se puede financiar la campaña de un precandidato y de un candidato, y entonces se fabricará un "político". A diferencia del andamiaje institucional político, donde hay que cambiar los fusibles para que evitar daños mayores, en el aparato de los negocios no hace falta cambiar los fusibles, hay que dejarlos hasta el fin de su ejercicio... para que rindan.
rogelio_campos@yahoo.com
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