Si las fundaciones Centro Fox o Vamos México tienen fines tan nobles, por qué habría de cuestionarse que los Fox se llevaran pequeños detalles
Sobran adjetivos para Vicente Fox, pero las más recientes revelaciones nos permiten concluir que estamos frente a una personalidad con serios trastornos. Fox se ha consagrado como un hombre mitómano, desmemoriado, bipolar, mantenido y, por si fuera poco, débil ante las tentaciones materiales.
La mitomanía es la tendencia morbosa a desfigurar, engrandeciéndola, la realidad de lo que se dice. Varias publicaciones han dado cuenta de las pequeñas y modestas propiedades de Fox. "No es mío ese rancho, no son mías esas propiedades, no son mías esas cabañas en esos terrenos", habría dicho el ex Presidente de manera enfática, elocuente.
Investigaciones que han sido publicadas después de la verdad foxiana demuestran que Fox miente. Miente, como lo hizo cuando dijo que ningún funcionario del Gobierno mexicano había presionado a Fidel Castro para salir de México en aquella visita a Monterrey. El "comes y te vas" reveló la mentira. Los datos del Registro Público de la Propiedad ahora conspiran contra Fox, al igual que conspira el hecho de que las cabañas construidas en el rancho sean obra del mismo arquitecto que hizo las de Los Pinos.
Fox, que se cree sus mentiras, lo cual es propio de un mitómano, nos dice dónde hay que buscar su patrimonio. Según él, sus declaraciones patrimoniales son la fuente única de verdad. Lo curioso es que en esas declaraciones no aparecen sus vehículos: ni el Jeep rojo flama, ni el (o los) Hummer, ni el Jaguar; a excepción de este último, hay múltiples evidencias de que los otros vehículos ya eran usados por Fox antes de concluir su gestión.
El caso del Jeep revela otras debilidades de la pareja. Se ha documentado que el vehículo fue comprado por un empresario a petición expresa de la señora Sahagún. El empresario ofrece pormenores de tiempo, modo y lugar. El Jeep fue un "regalo" que habría hecho la detallista y amorosa Primera Dama a su esposo con motivo de su Segundo Informe de Gobierno. ¡Qué lindo!Sólo que este es un regalo que, por su monto, prohíbe la ley, como muchos otros que habrían recibido, según varias publicaciones, y que se habrían llevado para acrecentar el patrimonio familiar o quizás el de las nobles fundaciones: Centro Fox o Vamos México. Vamos, si esas fundaciones tienen fines tan nobles, por qué habrían de cuestionarse estos pequeños detalles. Si fueron para el patrimonio familiar, entonces la argumentación de la defensa y de la contraofensiva está lista: los de antes robaron más.
Lo que pasa por alto el ex Presidente es que no está enfrascado en un debate con militantes o simpatizantes del PRI, sino con los medios de comunicación que han revelado estas conductas.
Enfático al negar las propiedades que manifiesta ante la autoridad registral, conduce con toda normalidad un vehículo que formalmente no es de su propiedad. No aparece en sus declaraciones ni está a su nombre, pero no hay duda, es suyo. Fox se revela como un mantenido, como un gorrón. Le "dispararon" el coche, pero no es lo único que le han "invitado".
Lino Korrodi revela que con recursos de "Amigos de Fox" se apoyó al ex Presidente para comprar el rancho La Estancia -pegado a la casa donde siempre ha vivido-, así como para pagar el predial de una casa de playa que tenía en McAllen, Texas, y asegura que esa agrupación prácticamente mantuvo al entonces candidato, quien tenía problemas económicos y vivía en una casa modesta con muebles rústicos y a la que se llegaba por un camino de terracería; camino que cambió de rostro con las obras que se realizaron con recursos públicos para la reunión Bush-Fox, memorable encuentro de la Diplomacia Marlboro. Si la plusvalía de los terrenos subió no fue algo premeditado, sino un mero accidente.
Para Fox, esa es la realidad que vale y la que él cuenta. Si el Jeep no existe en las declaraciones patrimoniales, entonces él se traslada flotando. Si todos vemos un Jeep rojo, eso corresponde a nuestra realidad. En "Mundo Fox", sus amigos adinerados son comprensivos, generosos, desinteresados y desprendidos. Lo mantuvieron y le dieron regalitos a cambio de nada. Fox es merecedor de todo eso, hasta del voto de los mexicanos que lo llevaron a la Presidencia. Total, si nunca retribuyó un favor, por qué habría de retribuir la confianza que le otorgó el sufragio democrático.
En esa realidad foxiana, él puede y tiene que seguir siendo el foco de la atención, a cualquier costo, y tiene que contar con la paciencia y comprensión de todos. Quien se atreva a cuestionarlo está fuera de su realidad; ahí solamente los ex Presidentes priistas son sujetos de escrutinio y señalamiento, él no. En esa dimensión, él sigue siendo Presidente, así se nombra y pide a todos que así lo llamen. Por eso es lógico que pida que no lo juzguen como ex Presidente.
rogelio_campos@yahoo.com
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