Es un tema recurrente: de manera cíclica se hacen presentes las críticas de militantes panistas hacia las prácticas de afiliación masiva de militantes. Los quejosos argumentan que es una forma de dirigir una elección, sea de consejeros o candidatos.
Hay que decirlo; el PAN se ha caracterizado por ser el partido que mayor sistematización y método ha impreso a sus procesos. En contrapartida, esos procedimientos son extremadamente rebuscados y han propiciado una nueva especialización dentro del partido. Esa compleja ingeniería electoral requiere de auténticos matemáticos expertos en desarrollar algoritmos que resuelvan convenciones.
Tampoco se puede dejar de mencionar que Acción Nacional es el partido que mayor control tiene sobre el registro de su militancia. Incluso se pueden conocer por Internet datos relacionados con sus militantes: si son adherentes o activos, el Municipio y Estado al que pertenecen. En contrapartida, el sistema es extremadamente limitado. El esquema de búsqueda exige que uno introduzca el nombre de una persona para entonces comprobar si es o no militante. Si quien busca la información no cuenta con la variable del nombre y acierta en el Municipio, no tiene posibilidad de éxito.
El compromiso panista se ve reflejado con el orden y la sistematización del registro de sus militantes. Sin embargo, no lo está con la máxima revelación de esos datos. Lo anterior podría ser hasta cierto punto justificable tratándose de poner a disposición de cualquier persona esta información; lo que no resulta justificable es que esos datos no sean proporcionados a sus propios militantes. Esta negativa del PAN por entregar información se ha visto reflejada en varios recursos que se han interpuesto ante el ITEI.
Cabe mencionar que los militantes que se sienten agraviados por la negativa de datos de la autoridad partidista, además del ITEI pueden recurrir a otras vías, como lo es el juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. Si estos militantes panistas recurren a esta vía ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sus posibilidades de éxito serían enormes. El Trife ordenaría a la autoridad partidista entregar la información solicitada.
La pregunta es obligada: ¿por qué tanto celo en guardar los datos del padrón de militantes? Pero ese sólo es el síntoma del problema; esta actitud se ha visto acompañada de una serie de denuncias en el sentido de que en determinados momentos hay afiliaciones masivas. La suspicacia de algunos panistas los lleva a pensar que mediante éstas se asegura el resultado en el sentido deseado.
Las suspicacias apuntan a los dirigentes, que son los que tienen el conocimiento y control de las afiliaciones. Es ahí donde cobraría vigencia la frase "la información es poder". Pero hay que señalar que grupos van y vienen en la dirigencia de este partido y la queja se repite. Los que ayer eran dirigentes, hoy se quejan; y viceversa.
Personajes políticos de la más alta talla local y nacional han estado en el ojo del huracán, algunos denunciando y otros señalados de incurrir en estas prácticas. Estos delicados señalamientos se acentúan con un ingrediente adicional: el uso de la nómina por parte de quien encabeza un Gobierno Municipal o local o se encuentra en posiciones estratégicas del Gobierno federal. Los propios panistas han señalado que mediante el uso de la nómina se compran lealtades en las convenciones. Se han llegado a tachar de "nominócratas" o de pertenecer al otro PAN: al Partido de Adictos a la Nómina.
No solamente la afiliación masiva ha sido condenada por los propios panistas. También la afiliación selectiva, que consiste en negar o retardar la de quienes desean hacerlo. Esta práctica estaría vulnerando derechos de los ciudadanos que desean afiliarse a un partido y se les niega arbitrariamente.
No se puede dejar de mencionar que el problema de los señalamientos y las condenas ha quedado en dimes, diretes y escaramuzas. En general, terminando las convenciones los panistas asumen con disciplina los resultados y los resentimientos se guardan para la próxima ocasión. Mientras, hay que tratar de afiliar más militantes o hacerse de la dirigencia para tener acceso al tesoro más preciado: el conocimiento y control de las bases de datos.
Si bien es cierto que estos temas no pasan a mayores en el ámbito partidista, sí estarían generando una deformación en otros ámbitos: los del Gobierno y la Administración pública. Y es que, de ser ciertas las acusaciones de los propios panistas sobre la existencia del método nominocrático de comprar lealtades y votos convencionistas, estaríamos frente al reclutamiento de servidores públicos no por méritos ni capacidades, sino como pago a los servicios prestados en asambleas.
Lo anterior, exigiría un nuevo método para calcular el costo de las precampañas: habría que contabilizar el sueldo anual del servidor público-convencionista durante los años que esté en el cargo. Las asambleas democráticas estarían siendo con cargo a la nómina.
rogelio_campos@yahoo.com
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